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¿Puede ocasionar dependencia la relación entre un paciente y su terapeuta?

Publicado el 20/10/2015
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Por Esther Blanco , última actualización el 12/01/2019
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Las dudas en torno a lo que ocurre dentro de una psicoterapia son frecuentes y totalmente lícitas. En ocasiones, la propia psicología ha contribuido al desconocimiento, la duda y la confusión. Las “recetas mágicas” para ser feliz parecen estar en manos de unos pocos, los psicólogos, que en sus consultas trasmiten a un paciente “incapacitado” la forma en la que debe dirigir su vida. La literatura de autoayuda, las frases hechas, los atajos para conseguir la felicidad inundan cada día las librerías, las redes sociales, los blogs e incluso la propia asistencia psicológica.

Desde la Clínica Persum nos gustaría acercar una psicología de calidad y apoyada en la evidencia científica donde poder deshacer mitos, responder a las curiosidades, y despejar los miedos que nos pueden distanciar de una asistencia psicológica de calidad.

Una de las dudas que con frecuencia nos hacen llegar lectores y pacientes es el miedo a la dependencia del terapeuta. Para conocer qué ocurre en la «trastienda» de esta relación tan “especial” les ofrecemos su definición y particularidades.

La relación terapéutica es el vehículo a través del cual no solo se transmiten y aplican las técnicas terapéuticas de un tratamiento, además es el medio por el que se regula la responsabilidad que tienen el terapeuta y el paciente en la terapia. Es una relación especial que el paciente no tiene con otras personas. De ningún modo es una relación de amistad. Un terapeuta no opina, no ofrece “consejos” ni pautas de actuación, no dirige al paciente restándole responsabilidad o tratándolo como si no estuviese capacitado para tomar sus propias decisiones.

En muchas ocasiones observamos cómo se desvirtúa el sentido de una psicoterapia donde un terapeuta adquiere una función de director o magíster que todo-lo-sabe para ayudar a un paciente colocado en una posición de “inferioridad”. La labor de un psicoterapeuta no es aconsejar sino acompañar en un ejercicio de introspección y conocimiento interior que le ayuda a tomar conciencia de sus emociones y cómo estas dirigen su funcionamiento.

El terapeuta no debe ofrecer modelos de actuación correctos o incorrectos, un terapeuta no es una persona con “claves morales” en posesión de verdades absolutas.

La relación terapéutica es una relación de respeto hacia el paciente.

Además de los conocimientos especializados del terapeuta  y la motivación de cambio del paciente, la relación terapéutica tiene tal importancia que si no se consigue, el tratamiento está condenado al fracaso.

Muchos de los trastornos y en especial los Trastornos de la Personalidad son patologías que afectan directamente a las relaciones interpersonales y en este sentido la relación terapéutica es también, lógicamente, una relación interpersonal. Es pues de suma importancia que el terapeuta tenga la suficiente formación como para reconocer las estrategias disfuncionales que algunas veces el paciente utiliza con los demás ( y también con el terapeuta) para reconocerlas, tematizarlas en la terapia y cambiarlas ya que son estas estrategias las que aunque a corto plazo beneficien al paciente, a largo plazo le perjudican seriamente. Si la relación terapéutica no es la correcta, esto es imposible.

La mejor forma para  comprender cómo se lleva a cabo esta relación terapéutica es precisamente con un paciente dependiente. Sería la persona “más susceptible” de generar dependencia hacia un psicólogo que adopte la actitud de maestro. Un maestro con un fiel seguidor: el paciente dependiente. En este caso, la terapia sin duda estaría abocada al fracaso, el paciente obtendría de su terapeuta toda la seguridad de la cual él carece. Sería una terapia que ocasionaría cierto alivio en el paciente de forma inmediata puesto que  ya tiene a un consejero o coach que dirige su vida, sin embargo el trastorno por dependencia se agravaría sin que el propio paciente fuese consciente de ello. Una persona que padece un Trastorno Dependiente de la Personalidad siempre buscará que los demás decidan por él cediendo su responsabilidad constantemente. Así evita la incertidumbre ansiosa que cualquier decisión le produce, pero a la larga será una persona miedosa que evitará enfrentarse a las decisiones de la vida que le permitan avanzar. En la relación con su terapeuta intentará automáticamente hacer lo mismo. De una forma no clara pretenderá que el profesional decida por él/ella.

Si el terapeuta no está capacitado para reconocer la complementariedad que puede surgir entre paciente-terapeuta, la propia psicoterapia será iatrogénica (es decir, con capacidad para volver al paciente aún más dependiente y dañarle). Las psicoterapias no son inocuas, pueden lesionar de forma grave. Si el terapeuta decide por el paciente, fomentará su forma disfuncional de relacionarse con los demás, es decir, justo lo contrario de lo que el terapeuta debe hacer.

Concluimos diciendo que la relación terapéutica no solo es importante sino que es fundamental.

Clínica de Psicoterapia y Personalidad Persum

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