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Psicología infantil

Los vínculos afectivos

Publicado el 05/06/2018.
Por Esther Blanco , última actualización el 31/10/2019
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madre con su hijo

VÍNCULOS AFECTIVOS. LA RELACIÓN DEL NIÑO CON SUS PADRES

Las relaciones que un bebé tiene con sus cuidadores y el vínculo afectivo  (apego) que tiene con ellos en los primeros años de vida, y más en concreto con su madre, son determinantes para el desarrollo adecuado de la personalidad del niño.

Las experiencias con los cuidadores durante la primera infancia, niñez y adolescencia son los determinantes principales de la conducta del individuo.

De la calidad de dicha interacción entre madre e hijo depende el establecimiento o no de una base segura para el niño que le permita explorar el mundo.

El niño va formando toda una serie de esquemas mentales que se hace de sí mismo y del mundo. Así si perciben como seguras las relaciones de apego desarrollarán patrones de seguridad y confianza en sí mismo y en los otros. Si no  se establece esta base segura los patrones serán de evitación, ambivalente o desorganizado.
La conducta de la madre es determinante para determinar el tipo de apego. Además de influir toda una serie de factores como la calidad de las relaciones matrimoniales, los conflictos de pareja, el apoyo social de la familia, la inestabilidad económica, el nacimiento de un hermano, …

El apego seguro se relaciona con la inteligencia, el rendimiento académico, la autoestima, el comportamiento prosocial, la expresión de emociones positivas, la habilidad para la solución de conflictos, el establecimiento y mantenimiento de amistades, la conducta escolar, la calidad de la futura relación de pareja que establezca,.. El apego inseguro se relaciona con problemas como la ansiedad, depresión, retraimiento social, conductas agresivas,…

El apego establece la organización inicial de la personalidad que guía posteriormente el funcionamiento social de la persona y la calidad de las relaciones interpersonales.

Los adultos cuyo cuidador ha sido una fuente de seguridad y de regulación adecuada de las emociones, valoran más  las relaciones, la calidad de sus relaciones interpersonales y matrimoniales está caracterizada por mayor afectividad, empatía y bienestar. Sus expectativas sobre si mismos y los demás más positivas y más empática hace que reciban de los demás una mayor respuesta de apoyo.

Un adulto con apego seguro será aquel que busque la proximidad de los demás, no es celoso y mantiene relaciones caracterizadas por la felicidad, la confianza y la amistad.

Un adulto con apego de evitación será aquel que muestre excesiva autoconfianza y no busque la proximidad del otro, se sienten frustrados con su pareja, desconfían de ella y no aceptan fácilmente los defectos del otro.

Los adultos ambivalentes se caracterizan por unas relaciones de baja y alta emotividad, celos, una preocupación obsesiva por su pareja y desconfianza.

En definitiva, los trastornos tempranos del desarrollo no son patológicos en si mismos, pero a menudo constituyen la base de trastornos evolutivos que sí pueden llevar a la psicopatología en la edad adulta. Por ejemplo ocasionar un Trastorno de la personalidad.

Un individuo cuyos padres hayan sido rechazantes y el adulto siente que de alguna forma no supieron quererle, es probable que haya desarrollado un modelo del yo en el que se percibe como carente de valor para los demás e incapaz de obtener amor. Por el contrario, los adultos que han confiado en sus padres posteriormente se caracterizan por confiar en los demás y buscan la proximidad del otro. Estos individuos presentan menos sintomatología depresiva, ansiosa, menor consumo de drogas, desordenes de alimentación y de personalidad.

CARACTERÍSTICAS DE LAS MADRES CON APEGO SEGURO A SUS HIJOS

  • Sensibilidad de la madre ante las señales del niño (estado de alerta a las señales del niño, interpretación apropiada  de la respuesta y rapidez de la misma, flexibilidad de la atención y de la conducta, nivel apropiado de control y negociación de objetivos conflictivos. Una madre sensible capta las señales del niño respondiendo de forma apropiada. El hijo aprende así a confiar en ella. Imaginemos a una madre sensible que se da cuenta de que su hijo no sonríe cuando le baña como en otras ocasiones, la madre es sensible a este hecho, le da importancia, y piensa cómo conseguir que el niño disfrute más de su baño, así que pone unos patitos en la bañera (su hijo quizás tuviese miedo al agua). El niño juega con los patitos y sonríe de nuevo. Mamá es sensible a su sonrisa de nuevo e interactúa con él hablándole y sonriéndole.
  • Se involucran más con sus hijos, participa con él en sus juegos, le proporciona aquellos adecuados para su edad. Se implica constructivamente en el juego libre con el niño y se enfrenta por ejemplo a la ordenación posterior de los juguetes de una forma positiva (tono afectuoso de la voz, pocas expresiones verbales de control.

Por ejemplo dice:

¿Qué te parece mi chiquitín si ahora recogemos juntos los juguetes? Muy bien, mamá está muy orgullosa de ti.

Frente a una madre controladora y más colérica que se dirigiría al niño con un tono de voz menos afectuoso y sensible:

“Bueno, ahora ya sabes lo que toca: recoger”.

  • Apoyan emocionalmente a sus hijos
  • Construyen una atmósfera relajada en el hogar
  • Existe un contacto físico muy apreciado por la madre, le gusta abrazar a su bebé
  • Expresan más emociones positivas que negativas (cuando habla con el bebé o habla de él a otras personas sus frases son más positivas). Siente que su hijo es maravilloso y así lo expresa. No se centra en las conductas inadecuadas del niño como si se tratase de algo grave hablando de ello continuamente. Por ejemplo una madre que habla continuamente de los problemas que su hijo le da porque no come bien.
  • Menos conflictos matrimoniales. Sienten que sus parejas les apoyan  lo que disminuye el estrés en la madre. El apoyo se refiere a un apoyo emocional por parte del padre a la madre así como instrumental, lo que se traduce en una mayor calidad en la relación madre e hijo.
  • Cuentan con más apoyo social de personas significativas que la ayudan y apoyan. La madre tiene un número de relaciones con terceros armoniosas. La conducta sensible de la madre al niño puede provenir de una sensibilidad en general para todos aquellos que rodean a la madre que se traduce en una adecuadas habilidades sociales en general y mayor empatía que le permite tener adecuados contactos sociales con sus padres, suegros, hermanos, cuñados y amigos.
  • Son mujeres más adaptables, flexibles, predecibles.

CARACTERÍSTICAS DE LAS MADRES CON APEGO EVITATIVO

  • La conducta en el hogar se caracteriza por la cólera,  el resentimiento y una constante oposición a los deseos de su hijo.
  • Siempre encuentra algún motivo para regañar al niño
  • Su estado de ánimo es irritable
  • Recurso a la fuerza física para hacerse obedecer o a las amenazas
  • Son madres controladoras de las conductas del niño, no se adaptan al niño. Se empeñan en que sea el niño quien se adapte a ellas y a su forma de hacer las cosas. Por ejemplo jugando a montar unas piezas interfiere físicamente en el juego para hacer valer su forma más correcta de hacerlo. Por ejemplo: “esto no se hace así (coge la pieza), yo te diré cómo ha de hacerse”.
  • Los niños perciben a sus madres como rechazantes y avasalladoras. Estos niños están seguros de la indisponibilidad de su madre para cuando necesitan consuelo.
  • Son madres más humillantes, inflexibles, avasalladoras, interesadas en la construcción de una imagen social impecable. Desvalorizan, critican de una forma excesiva. Los niños crecen con la sensación de rechazo por parte de sus padres.
  • El amor o la aceptación depende de hechos, por ejemplo un rendimiento superior, y si por ejemplo no es así y el niño suspende sienten vergüenza de ellos.
  • Los adultos con una madre a la que perciben como devaluadora son más antisociales, narcisistas y paranoides con mayor tendencia al consumo de drogas.

CARACTERÍSTICAS DE LAS MADRES CON APEGO DE RESISTENCIA/AMBIVALENTE

  • Son inconsistente ante su disponibilidad frente al niño
  • Actúan con su bebé dependiendo del estado de ánimo de ellas o sus deseos, mostrándose más sensibles a sus hijos en unas ocasiones y más insensibles en otras, siendo su atención inconsistente.
  • Muestran menos afecto positivo, responden menos a su llanto, son menos sensibles a las señales del niño, por ejemplo no responden a las vocalizaciones del bebé.
  • Mayor distanciamiento físico y menos comunicación verbal
  • No apoyan al niño cuando lo necesita. En lugar de apoyarlo le critican por que está de mal humor.
  • Interfieren en los juegos del niño cuando a este parece no apetecerle. Si el deseo de la madre es jugar en ese momento no tienen en cuenta el deseo del bebé.
  • La baja disponibilidad y la interferencia pueden contribuir a la conducta de dependencia exagerada y a la falta de autonomía del niño. Estos niños dudan de la disponibilidad de la madre para atenderle.
  • Son madres más estresadas con su rol, menos relajadas, se sienten poco competentes, más depresivas y con más problemas de salud. Son mujeres más preocupadas, pero menos sensibles.
  • Son madres más controladoras, rígidas, exigentes, ejercen un control excesivo, más severos e intolerantes, exigentes con las reglas a seguir, los deseos maternos interfieren y controlan los deseos de autonomía de los niños. Ejercen una mayor sobreprotección controladora. Tanto la sobreprotección como el control excesivo suponen una intrusión que afecta a la autonomía del niño. La sobreprotección supone un control del niño más cariñoso pero al invadir su autonomía pueden llegar a ser adultos dependientes (piensan que son incapaces de cuidar de si mismos). En vez de permitir que la curiosidad surja de manera natural en sus hijos, complacen todas sus necesidades, siempre están preocupadas por que sus hijos estén cómodos, los padres se adelantan para dárselo todo, temen frustrar al niño y le hacen la vida excesivamente complaciente, no dejan que sus hijos se aventuren  en actividades por el temor a que les pase algo, no les exigen a los niños responsabilidades puesto que ellos les proporcionan todas las comodidades. Disuaden a los niños para que sigan su impulso natural de hacerlo por sí mismos. El control excesivo supone que no se debe dejar autonomía al niño y les castigan por cualquier pequeña trasgresión de las normas incluso antes de que el niño tenga la capacidad para entender que ha hecho algo mal. Su umbral con respecto a las que cosas que un niño hace mal es muy bajo. No desarrollan en el niño la sensación de competencia puesto que restringen su autonomía. Como consecuencia el niño tiene la sensación de inadecuación y temen desviarse del camino recto. Pueden llegar a ser adultos obsesivo-compulsivo.
  • Ponen el énfasis  en la perfección y  el orden con menos calidez emocional. Se espera del niño que sea un adulto en miniatura.
  • Los adultos que perciben a una madre como preocupada  se caracterizan por ser más evitativos, retraidos en las relaciones sociales, preocupados por las críticas con tendencia a la ansiedad. Mayor impulsividad, insensibilidad a los demás y a las normas sociales, desconfianza, hostilidad, preocupación por sí misma e inferioridad.

Bibliografía:

  • Cantón Duarte, J. y Cortés Arboleda, M. R. (2008). El apego del niño a sus cuidadores. Madrid: Alianza Editorial.
  • Geissmann, C. y Houzel, D. (2008). Psicoterapias del niño y del adolescente. Madrid: Editorial Síntesis.
  • Kernberg, P., S. Weiner, A. y K. Bardenstein, K. (2000). Trastornos de personalidad en niños y adolescentes. México: El Manual Moderno.
  • Marrone, M. (2001). La teoría del apego. Un enfoque actual. Madrid: Editorial Psimática.
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