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Esther Blanco y Andrés Calvo, intervienen en La Nueva España para hablar sobre el elevado consumo de psicofármacos en Asturias.

Publicado el 06/08/2022
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Por Esther Blanco , última actualización el 20/09/2022
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El día 5 de agosto de 2022, Esther Blanco y Andrés Calvo, directores de la Clínica Persum, intervienen en La Nueva España en su edición impresa para hablar sobre el elevado consumo de psicofármacos en el Principado de Asturias.

El Principado de Asturias es la comunidad española donde más se recurre a psicofármacos como antidepresivos o ansiolíticos. Además, el consumo de estos medicamentos se ha incrementado un 11% durante la pandemia de Covid-19, y está afectando particularmente a jóvenes de entre los 15 y 29 años de edad, y a cuatro de cada diez mujeres frente dos de cada diez hombres.

Los profesionales coincidimos en que el modelo de salud actual atribuye los problemas de salud mental a desarreglos químicos en el cerebro, recetando fármacos sin ahondar en el problema real del paciente. Además de no resolver la causa del trastorno, los medicamentos psiquiátricos pueden cronificar el problema. Por otro lado, la falta de diagnóstico se traduce en falta de precisión y en recetar medicamentos iguales para todos, sin tener en cuenta los problemas individuales del paciente. Los lobbies farmacéuticos se lucran con este sistema.

Desde la Clínica Persum creemos que, para evitar la receta excesiva de medicamentos, los problemas mentales deben abordarse desde la psicología y enfocarse en diagnósticos personalizados para conseguir máxima precisión en los tratamientos indicados a los pacientes.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Somos los asturianos, según los estudios, una de las poblaciones del mundo que más ansiolíticos consume.
Una de las principales causas es la creencia equivocada en un modelo excesivamente biologicista que atribuye los problemas de salud mental a desarreglos químicos en el cerebro. Los lobbys farmacéuticos hacen su agosto con este sistema.

La segunda causa es la falta de diagnóstico: las personas no solo nos deprimimos y tenemos ansiedad sino que existen más de trescientos diagnósticos posibles según el DSM V que explican con más claridad lo que nos ocurre cuando enfermamos mentalmente.

A más claridad en el diagnóstico mejor podremos elegir el tratamiento psicológico o farmacológico adecuado y por lo tanto más potente y eficaz será para curarnos.

Desde el punto de visto solo farmacológico esto no es necesario, si me deprimo tomo un antidepresivo, si tengo ansiedad un ansiolítico y si tengo una psicosis un antipsicótico.

Falta de diagnóstico genera falta de precisión y tratamientos farmacológicos iguales para todos.

La tercera causa es la falta de medios: el acceso a la salud mental pasa por la puerta de entrada de los médicos de atención primaria, profesionales necesarios pero que funcionan muchas veces como parapeto para que lo pacientes no lleguen a salud mental, ellos mismos están desbordados y sin diagnosticar en profundidad al paciente le recetan los ansiolíticos y los antidepresivos para evitar una mayor entrada de pacientes al sistema que ya de por sí está desbordado y no digiere más.

Los psicofármacos son en general paliativos de los síntomas que presenta el paciente fruto de un desequilibrio biopsicosocial (OMS), el tratamiento de los trastornos psicológicos requiere una investigación previa (diagnóstico) de la forma de procesar del individuo en concreto (psicoterapia) y sus circunstancias particulares.

De no hacerlo así, el paciente tiene pocas posibilidades de curación pero muchas de cronificación como objetivamente se observa.

El ahorro que supone no dedicar más dinero a la formación de los profesionales (psicólogos y psiquiatras), tiempo y dedicación al estudio del paciente y las causas de su dolencia implica una mayor necesidad en la contención de los síntomas por lo que la necesidad de medicación es mayor al igual que el coste que genera en el futuro.

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