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La construcción social de la personalidad del niño

Publicado el 16/10/2015
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Por Esther Blanco , última actualización el 21/01/2019
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El niño no es un procesador independiente de la información, siendo por ello críticos con la postura cartesiana que supuso un cognitivismo monádico, y de acuerdo con posiciones donde el yo se construye dialógicamente con los otros significativos.

En su obra desarrollada en los años 20, Adler emplea términos como «esquema a-perceptivo», para referirse a creencias inconscientes aprendidas en la época infantil en una determinada atmósfera familiar, qué son constituidas en las etapas pre-verbales del desarrollo y que junto a las «opiniones secundarias» (creencias adquiridas en la etapa de socialización y verbal del desarrollo) guían la conducta de todo individuo. Cuando las opiniones primarias» (esquemas   a-perceptivos) no son moduladas por adecuadas opiniones secundarias en el proceso de socialización, debido a fallos en la crianza y relación con los adultos, el individuo se ve evocado a imponer y perseguir sus metas inconscientes de modo rígido y asocial, produciendo psicopatología. Esta concepción general fue recogida treinta años después por el neopsicoanálisis con  G. Kelly, A. Ellis y A. Beck.

Erich Fromm, Harry Stack Sullivan y Karen Horney, alrededor de los años 30, son quienes preconizaron las influencias culturales en el desarrollo humano.

Vygotsky, Piaget, Bandura y Bruner, pioneros de la Psicología del Desarrollo han  abordaron desde diferentes posiciones la problemática de la relación entre los factores socio-culturales y el desarrollo cognitivo.

Mencionamos al neuropsicólogo Luria que en la década de los 60-70 y apoyado en la obra del psicólogo Vigotsky, sienta las bases de la neuropsicología sobre la construcción social de las funciones psíquicas superiores y la relevancia de las conexiones entre la corteza cerebral y el sistema límbico en los procesos emocionales y cognitivos.

En la década de los 50, G.Kelly en su “Teoría de los constructos personales” desafía tanto los presupuestos psicoanalíticos como los conductuales, vinculándose al constructivismo social.

Sin ser exhaustivos, se aprecia en el estudio a lo largo de la historia de los modelos para explicar la psicopatología de la personalidad, un sucesivo interés en la confluencia de modelos que empiezan a aunar los conceptos emocionales, relacionales y las nuevas aportaciones  de la teoría social de la mente. Dentro del llamado enfoque estructural o constructivista, desarrollos como el de Albert Ellis en la década de los 60 enfatizando la importancia de los afectos y la influencia de éstos en la racionalidad de los procesos del pensamiento. Greenberg y Safran en la década de los 80 y sus investigaciones en el campo del afecto y las relaciones interpersonales. En la década de los 90, una serie de autores empiezan a desarrollar su trabajaro dentro de diferentes modelos que explican el peso de los factores emocionales, cognitivos y conductuales dentro de una misma teoría.

Entre ellos los trabajos de Aaron T. Beck sobre la  terapia cognitiva de los trastornos de la personalidad, expuestos en Beck (1990), manifiesta que los teóricos de la terapia cognitiva comparten con los psicoanalistas la idea de que en el tratamiento de los trastornos de la personalidad, es más productivo identificar y modificar los problemas “nucleares”. Los sentimientos y conducta para el autor se deben a la función de ciertos esquemas que tienden a producir juicios tendenciosos. Sin embargo, en el abordaje clínico de dichos esquemas se mantiene en un trabajo con las distorsiones cognitivas  y los modos de pensamiento inadaptados dentro de cada uno de los trastornos.

Otros modelos sería el modelo cognitivo interpersonal de Jeremy Saffran, el modelo focalizado en esquemas de Jeffrey Young, el modelo de Giovanni Liotti para los trastornos de la personalidad, modelo dialéctico conductual de Marsha Linehan, el modelo de sistema de procesamiento cognitivo-afectivo  (CAPS) de Mischel y Shoda para los cuales cada  personalidad se basa en representaciones mentales que están compuestas por unidades cognitivo-afectivos y el modelo que Ryle, quien dentro de las  teorías generales para la integración en psicoterapia con la  Teoría Cognitivo-Analítica reúna en una misma teoría integradora emoción, cognición y conducta desarrolladas dentro del contexto de las relaciones con los demás. Ryle (2002) reúne las contribuciones de las ideas bakhtinianas y vigotskyanas para proponer dentro del modelo “dialógico del self”. Dentro de este modelo,  la base esencial para el pensamiento se aprendería en un contexto social, ésto significaría que los aspectos del pensamiento que tiene que ver  con los conceptos de yo y el otro se aprenden de otras personas que ofrecen nuestras  primeras experiencias.

Para Batkhtin (en Howel, 2005) la idea es que todo lo que decimos es relacionalmente sensible. La palabra dentro del lenguaje es un medio de comunicación con la otra persona. Se convierte en propia sólo cuando se  llena con la propia intención. … Antes del momento de la apropiación, la palabra no existe en un lenguaje neutral e impersonal … sino que existe en boca de otras personas, en contextos de otras personas, sirviendo a las intenciones de otras personas: es a partir de ahí que tenemos que tomar la palabra y hacerlo nuestra”.

Dentro de esta visión integradoras en psicoterapia, Mirapeix hace referencia al concepto esquemas personales como “biológicamente basados, psicológicamente expresados y socialmente coconstruidos”.

 Clínica de Psicoterapia y Personalidad Persum

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