La depresión es un trastorno afectivo que afecta a todas las áreas del individuo: social, laboral, familiar y personal.
Afecta al individuo en su forma de pensar y sentirse así como a nivel motor y fisiológico.
Los síntomas depresivos que forman la depresión son comunes a muchos trastornos psicológicos, es decir, los síntomas depresivos encubren frecuentemente a otro tipo de trastornos y prácticamente casi todos los trastornos existentes presentan síntomas depresivos.
La depresión afecta tanto a adultos como a niños y a adolescentes y es muy frecuente en la 3ª edad. Tiene una alta incidencia, entre el 4% y el 8% de la población y esta tendencia va en aumento. La Organización Mundial de la Salud (O.M.S.) prevé que dentro de pocos años la depresión será la segunda causa de incapacitación y muerte después de las enfermedades cardiovasculares en el mundo.
Sus principales síntomas son:
Cognitivamente la persona deprimida se siente desesperanzada, falta de motivación e indefensa. Es típico de los estados depresivos tener pensamientos catastrofistas (“nunca me pondré bien”) o pensamientos de autoculpa (“soy la causa de todos los males”) o referidos a la validez propia (“no valgo para nada” o “soy incapaz”) entre otros. Estos pensamientos tipo mantienen el estado depresivo y tienen un carácter disfuncional, es decir, no son ciertos ni adaptativos pero la persona deprimida esta convencida de su autenticidad alimentando y empeorando así su depresión que puede llegar incluso a terminar con el suicidio.
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