La afectación psicológica de los adolescentes tras la pandemia debida al covid 19 es un hecho, pues, los cambios en la rutina lograron tener algunas repercusiones.
Para evitar la propagación del SARS-CoV-2, muchos gobiernos implementaron
medidas que incluyeron el cierre de las escuelas, además de la cuarentena y el
distanciamiento social.
Sin duda, muchos adolescentes se vieron afectados psicológicamente con esta
modificación en su rutina diaria, lo cual provocó alteraciones su
comportamiento, habilidades emocionales y sociales que han terminado provocando ansiedad, depresión, entre otros síntomas.
De igual modo, la pandemia trajo consigo trastornos alimentarios en la población
adolescente, la cual se mostró muy vulnerable.
Tabla de contenidos
Con la vuelta paulatina a la normalidad, ha quedado demostrado que los
adolescentes han sufrido repercusiones psicológicas tras este gran cambio en sus
vidas, comenzando porque hoy día se sabe que el aislamiento social es un
precursor de los problemas de salud mental, incluida la ansiedad y la depresión.
Además de ello, la pandemia por COVID-19 también afectó los patrones de sueño
de los adolescentes, así como su estilo de vida, aspectos que, incluso de vuelta a
la normalidad, continúan generando malestar.
Los adolescentes han sido una de las poblaciones vulnerables afectadas. Han
tenido que aprender a cumplir con sus planes de estudio desde casa, en línea, lo
cual ya supone un cambio en su estilo de vida, que se suma al miedo ante la
amenaza de ellos infectarse, o sus parientes. Esta situación los lleva a padecer de
ansiedad.
De no contar con una intervención psicológica adecuada, los adolescentes
pudiesen seguir experimentando angustia, depresión, ansiedad y miedo incluso en
la edad adulta, elevando los factores de riesgo de enfermedades relacionadas con
la edad, como las enfermedades cardiovasculares, tal como lo demostró el autor
Frangping Chen, en su estudio transversal sobre la depresión y la ansiedad en los
adolescentes durante la COVID-19.
Cabe destacar que las restricciones de libre circulación también les afectó a nivel
de salud mental, pues, las medidas incluyeron el cierre no solo de las escuelas,
sino también de los parques y jardines, sumado a los toques de queda, limitando
así el tiempo de exposición al aire libre y disminuyendo el ejercicio físico. Todo este entorno es desfavorable, en lo que concierne a mantener un estilo de vida que sea saludable.
Con la educación presencial, los adolescentes reciben ayuda para desarrollar
correctamente sus habilidades emocionales, sociales e intelectuales. Por ello,
cuando se implementó la educación a distancia, se elevó el riesgo de un desarrollo
poco eficiente en las habilidades mencionadas, debido al contacto cero entre
maestros y alumnos.
De hecho, hasta los más pequeños dejaron a un lado las actividades físicas, tan
necesarias para mejorar las funciones motoras y lograr que los niños estén en
óptimas condiciones físicas.
Tras las nuevas medidas, los estudiantes debían permanecer mucho tiempo
frente a las pantallas, conectados a Internet, lo cual no es del todo saludable,
sobre todo ahora cuando más énfasis se ha hecho en la importancia de aprender
a gestionar el uso de las pantallas, por lo nocivo que resultan para la salud.
De modo que, durante un largo tiempo se implementaron cambios en la forma en
la que los niños y adolescentes juegan, aprenden, crecen y modelan su
comportamiento, recayendo sobre los padres una responsabilidad mucho más
grande respecto a la educación de sus hijos.
No obstante, hay muchas familias que no cuentan con el tiempo o los recursos
para poder brindar la mejor calidad de educación a sus hijos y que estos no sufran
un desbalance. En muchos casos, los más pequeños no entiende cómo funciona
la tecnología completamente, por lo que su rendimiento se ha visto afectado, al no
contar con el apoyo del docente.
Las repercusiones psicológicas a largo plazo tras la pandemia se han demostrado en diferentes niveles, acorde a la edad de los adolescentes o los más pequeños.
Por ejemplo, en el caso de los niños, ellos pueden sentir más apego hacia sus
padres, acompañado de miedo; mientras que los adolescentes pueden tener una
baja calidad del sueño, pesadillas, falta de atención y concentración.
Asimismo, las conductas adictivas también están presentes, entre las que figuran
el consumo de alcohol, exceso de videojuegos, ver pornografía, entre otras, como una forma de hacer frente a los estados emocionales que no son positivos. Sin
embargo, estas conductas pueden ocasionar que el adolescente llegue a sufrir de
otros trastornos.
Entre los signos por afectación psicológica de los adolescentes tras la pandemia,
se encuentran los trastornos alimenticios, además de la obesidad.
Esto se debe a la interrupción de las rutinas al aire libre, lo cual llevó a que muchos adolescentes ganasen peso; también se ven afectados por las restricciones sociales y la exposición a los contenidos negativos en las redes sociales.
En el caso de los adolescentes que padecen miedo a contagiarse, las dietas restrictivas podrían ir en aumento. Por estos motivos, es necesario prestar atención a los adolescentes y a su alimentación, para evitar desórdenes.
Los adolescentes están propensos a padecer de crisis psicológicas que podrían
llevarles a padecer de depresión y ansiedad, debido a la falta de interacciones
sociales, el confinamiento y el estar expuestos constantemente a los problemas de
los padres, tales como las preocupaciones por la salud y las pérdidas económicas.
Para evitarlo, es necesario que las familias conserven un estado de ánimo positivo
a fin de evitar que sus hijos desarrollen trastornos de ánimo.
Es posible que, una vez expuesto lo anterior, ocurra una afectación psicológica de
los adolescentes tras la pandemia, y esto se puede observar atendiendo las
siguientes señales.
1. Cambios en el estado anímico: tal como furia, desesperanza, irritabilidad,
conflictos con familiares o amigos.
2. Cambios en el comportamiento: si se alejan de ciertas personas o, si el
adolescente tiene una personalidad extrovertida, pero ahora muestra
menos interés en contactar con sus amistades.
3. Pérdida de interés en las actividades que antes le eran placenteras: si
un joven disfrutaba de alguna actividad y deja de interesarle, esto podría
ser un motivo de preocupación.
4. Dificultad para conciliar el sueño o permanecer dormido: de igual
modo, se debe observar si duerme todo el tiempo.
5. Cambios en los patrones alimenticios: o ganancia de peso. También se
debe observar si come todo el tiempo o si manifiesta no tener hambre.
6. Problemas de concentración.
7. Problemas de memoria y razonamiento.
8. Poco interés en las actividades escolares.
9. Cambios en su apariencia: quizá marcados por una poca higiene.
10. Incurre en comportamientos que son arriesgados: tales como el
consumo de sustancias o alcohol.
11. Pensamientos sobre el suicidio o la muerte.
En este momento, es importante que los padres mantengan abierta la línea de
comunicación con sus hijos, sin dudar nunca establecer contacto con el psicólogo
de su confianza para poder atender la salud mental de su hijo adolescente.
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