Hipersexualidad, ninfomanía, comportamiento sexual compulsivo… La adicción al sexo recibe muchos nombres y ha estado presente a lo largo de la historia de la humanidad en el imaginario popular. Los faunos mitológicos, los súcubos demoníacos…
La adicción al sexo es una problemática existente que dificulta enormemente la capacidad de una persona de construir relaciones significativas y puede, asimismo, arriesgar el bienestar de la propia persona o de otras.
Pero, ¿cómo se identifica? Te damos algunos síntomas habituales en la adicción al sexo.
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El sexo es uno de los impulsos más primarios en el ser humano. Es, al fin y al cabo, una actividad primaria. Tener libido sexual y sentir excitación sexual es natural.
Sin embargo, en un caso de adicción al sexo, esta excitación y deseo sexual ocupan gran parte de su día a día. Ya sea buscando nuevos compañeros sexuales, pensando y fantaseando en el siguiente acto sexual o llevando a cabo comportamientos sexuales (masturbación, coito, sexting…), el sexo interfiere en otras áreas de la persona (pareja, trabajo, educación, familia…).
Es importante resaltar, además, que el foco está puesto en el puro acto sexual y no en la/s persona/s con las que se lleva a cabo.
A diferencia de otras adicciones, uno puede satisfacer la necesidad de sexo de muy diversas maneras.
Prostitución, pornografía, sexting, coito, exhibicionismo, empleo de juguetes… La búsqueda de sexo y la necesidad imperante de llevarlo a cabo empuja a la persona a obtenerlo sea como sea.
Como se ha dicho antes, estos actos no serían problemáticos excepto en el caso de que se valore más el mero hecho de la satisfacción sexual que la persona con la que se lleva a cabo
El deseo sexual no siempre puede ser satisfecho con otra persona. Por eso, la masturbación es una práctica sana para lidiar con las necesidades sexuales.
Sin embargo, en estos casos, la masturbación, acompañada del uso de pornografía, es una actividad que ocupa mucho tiempo en el día de la persona. Es, en otras palabras, un parche que sirve como una satisfacción temporal de su deseo incesante de sexo y que le empuja a pasar muchas horas consumiendo pornografía y masturbándose.
Fuera de la masturbación, todo acto sexual incluye la presencia de otra persona. Un elevado número de parejas sexuales, ya sean próximos en el tiempo o a lo largo de la vida, no son un indicativo de un problema de adicción al sexo.
Sin embargo, sí pueden ser un factor de alarma cuando estas parejas sexuales son escogidas no por características apetecibles (aspecto físico, conexión emocional…) sino por la mera satisfacción de la necesidad de tener sexo. Perseguir pareja tras pareja únicamente por la posibilidad de tener sexo es un signo de adicción al mismo.
Asimismo, esto supone un riesgo para la persona, no sólo por ceder ante otros para obtener sexo sino también por la puesta en marcha de conductas de riesgo (sexo in protección, por ejemplo)
En estos casos, el empuje por mantener relaciones sexuales puede ser muy fuerte. Tan fuerte que puede llevar a la persona a vulnerar los derechos de otros o atentar contra las reglas sociales.
En casos tales como violaciones, incesto, pedofilia… donde la búsqueda de sexo sobrepasa la empatía, el respeto y las necesidades de otro, es posible ver un caso de adicción al sexo.
¿Reconoces algunos de estos síntomas de adicción al sexo? En la Clínica Persum contamos con sexólogos especializados en terapia sexual con amplia experiencia que pueden ayudarle si piensa que puede tener una adicción.
