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Autolesiones en adolescentes

Publicado el 30/01/2023
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Por Esther Blanco , última actualización el 30/01/2023
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Podemos definir las autolesiones como las acciones que una persona lleva a cabo como forma de agresión hacia sí misma, que acaba causando un daño objetivo físico en el propio cuerpo.

Las autolesiones, como síntoma, pueden formar parte del repertorio conductual habitual de personas diagnosticadas con Trastorno Límite de la Personalidad, si bien pueden darse ligados a otros perfiles de personalidad, así como adoptar distintas funciones o ‘utilidades’, como así recoge el Manual Diagnóstico de trastornos mentales DSM-5.

La inestabilidad emocional, junto con el sentimiento crónico de vacío y la identidad difusa, son varias de las causas que explican estas conductas.

Las autolesiones suelen ser uno de los síntomas que más preocupación genera tanto en allegados del paciente como en la propia persona. No en vano se traspasa un límite donde el terreno emocional es capaz de impactar de forma directa e irreversible en el terreno físico. Es importante, al hablar de autolesiones, no dejarse llevar por la espectacularidad del síntoma, y quedarse anclado en él, sin llegar a comprender bien qué lugar ocupa en la interacción con la personalidad del sujeto.

¿Cómo se manifiesta una autolesión?

Cortes, arañazos, rascaduras, mordeduras, quemaduras, cabezazos contra la pared, arrancarse el pelo, ingerir sustancias peligrosas o darse un bofetón en la cara o el cuerpo.

¿Cuál es su prevalencia?

Aparece sobre todo en adultos jóvenes y disminuye con la mediana edad. Suele ocurrir en mujeres. Casi el 2 por ciento de los chicos y el 6 por ciento de las chicas señalan que se habían autolesionado en una encuesta de la Universidad de  Heidelberg.

¿Cuáles son las señales de alarma?

  • Frecuentes cicatrices no explicables, quemaduras o hematomas en brazos, muslos , vientre y caderas.
  • Ropa para disimular o negativa a desvestirse en compañía.
  • Guardar cuchillas de afeitar o vidrios rotos, así como apósitos o tiritas.
  • Dibujos de autolesiones o  dibujos donde predomina el rojo, la sangre y son de intensidad afectiva.
  • Otras señales (ver características de la personalidad límite)

Implicaciones cerebrales

En las pacientes que se autolesionan, los estímulos dolorosos reducen la actividad cerebral en regiones responsables del procesamiento emocional del dolor: la corteza cingular anterior y la amígdala. Por el contrario, la excitación neuronal se incrementa en la corteza prefrontal dorsolateral derecha, responsable del control de las reacciones emocionales.

¿Por qué se autolesiona un adolescente?

Aunque sea difícil de comprender, lo cierto es que muchas personas sienten cierto alivio emocional al infligirse autolesiones, bien sean quemaduras, automutilaciones, cortes en la piel, golpes… podríamos decir, en último término, que la persona desplaza y sustituye un dolor emocional por un dolor físico, con atributos más concretos, limitados en el tiempo, objetivables (pues, al fin y al cabo, el dolor por un corte tiene un principio, una intensidad y un final; pero, ¿el dolor provocado por la sensación perpetua de vacío, de soledad?)

Cuando las emociones van aumentando en intensidad, su contención deja de ser una posibilidad para ciertas personas, que se ven desbordadas ante la magnitud de los propios eventos internos, necesitando de una vía de escape con la que descargar dicha intensidad emocional.

Las motivaciones que pueden dar lugar a una conducta autolesiva pueden ser variadas; desde el miedo, ansiedad, soledad, sensación de fracaso (siendo muy común el autocastigo por haber fracasado, en personalidades compulsivas – masoquistas), enfado hacia otras personas que, por motivos que sea (por imposibilidad o por factores relacionados con su propia personalidad) no es posible expresar, desesperación e indefensión… En otras ocasiones podemos entender las autolesiones como una forma de comunicación que trata de tender puentes hacia el otro, de lograr una compresión ajena sobre el malestar que se siente dentro.

 

Podemos realizar una equiparación en lo que a función se refiere entre las autolesiones y otros comportamientos compulsivos (comprobaciones), abusivos (consumo abusivo de sustancias) o autodestructivos (como las automutilaciones), y es que suelen desencadenar un periodo de calma tras la realización, e incluso de euforia; si bien generalmente a medio y largo plazo se convierten en un sentimiento generalizado de malestar, culpabilidad, inutilidad, falta de valía…

No hemos de dejar de lado la parte más puramente biológica, que puede aportar algo de luz y completar la explicación de dicho periodo de calma post-autolesión. Las autolesiones, automutilaciones y heridas de diversa consideración ya sean propiciadas por uno mismo o alguien ajeno, suelen liberar los propios opiáceos del cuerpo, conocidos como beta-endorfinas. Estas sustancias químicas conllevan un sentimiento general de sentirse bien. E incluso es sabido que tras un trauma físico severo, como pueden ser heridas de guerra, el paciente puede experimentar una inesperada calma, como una anestesia natural, aunque no esté recibiendo ayuda médica en dicho momento. El cuerpo, en estos momentos, libera  sustancias biológicas como endorfinas, que sirven al organismo para «autotratar» el dolor.

 

Autolesiones en el Trastorno Límite de la Personalidad

Aunque no hemos de olvidar el hecho de que la autolesión podría darse en diversas estructuras de personalidad como depresión, trastornos de la conducta de alimentación y el estrés postraumático, suele aparecer muy ligado al Trastorno Límite de Personalidad. Las personas diagnosticadas de TLP suelen pasar por situaciones muy complicadas y de una muy alta intensidad emocional, recurriendo en dichas ocasiones a prácticas autodestructivas. Es normal que estas conductas puedan provocar sentimientos, reacciones e interpretaciones en los allegados, como hacerles sentir que han hecho o dicho algo mal, que podrían haberlo evitado de algún modo, o entender que son intentos de simulación o manipulación por parte de la persona.

Lo cierto es que en la mayoría de ocasiones son intentos de dejar de sufrir desde una dimensión emocional. El caos y el sufrimiento que en muchas ocasiones se vive a nivel interno encuentra un alivio en el dolor físico, pasando la dimensión emocional a un segundo plano y provocando una especie de “silencio del dolor emocional” mientras perdura el daño y las sensaciones físicas. Los comportamientos autodestructivos, o autolesivos pueden ser muy variados formen parte o no de un diagnóstico de Trastorno Límite, y variarán en función de las características de personalidad del paciente. Si la personalidad del sujeto se caracteriza por patrones más compulsivos, o una estructura masoquista – dependiente, es posible que la autolesión tenga mucho que ver con una sensación de no ser suficiente, de no haber hecho bien alguna tarea en concreto, de ciertas cotas de perfeccionismo, de haber hecho algo incorrecto y se utilice a modo de castigo, aliviando un estado mental que podría parecerse a la culpa; mientras que en estructuras más histriónicas tenga una relación más estrecha con un intento de comunicación con los demás, de que sean partícipes y comprendan el dolor emocional que la persona siente.

Tratamiento de las autolesiones

Sea como fuere, y al igual que ocurre con otras muchas manifestaciones del malestar emocional, se hace necesario un buen diagnóstico estructural de personalidad con el fin de comprender de forma certeza, profunda y eficaz la naturaleza de las autolesiones, que sin duda será una cuestión diferente en cada persona, y en cada realidad.

Entender las autolesiones, pese al perjuicio físico, como un intento adaptativo de la persona ante una emoción desbordante, ante una activación de su sistema primitivo de apego que no es capaz de ‘desactivar’ de una forma mentalizada, como sería esperable.

Por supuesto, que hablemos de una reacción adaptativa no implica que sea deseable para la persona, pues sin duda uno de los objetivos terapéuticos a trabajar desde la Terapia Basada en la Mentalización (MBT) de Fonagy y Bateman, sería la profundización en el proceso mental que desencadena una autolesión, y ser capaz de ir revirtiendo dicha respuesta por otra menos invasiva y menos dolorosa para la persona, en un proceso de autoconocimiento personal que acaba derivando en una mayor capacidad de autocontrol de las propias respuestas aprendidas, siendo la autolesión una de ellas. La Terapia Focalizada en la Trasferencia es otra técnica con capacidad para el abordaje estructural de la personalidad que ahonde en las verdaderas causas del sufrimiento y la regulación de las emociones.

 

Los terapeutas han de encontrarse certificados para el uso de estas técnicas de alta especialización.

 

 

Fuentes:

Jurist, E. (2022). Mentalizando emociones. Cultivando la mentalización en la psicoterapia. Desclée de Brouwer.

Rodríguez-Cahill, C., & de Grado González, E. (2015). Los desafíos de los trastornos de la personalidad: la salud mental al límite. Grupo 5.

Dolores, M. (2004). Diamantes en bruto (I). Un acercamiento al trastorno limite de la personalidad. Ediciones Pléyades. SA.

Forti Sampietro, L., & Forti Buratti, M. A. (2012). Trastorno límite de la personalidad y conductas autolíticas. Rev. esp. med. legal, 149-154.

Midgley, N., Ensink, K., Lindqvist, K., Malberg, N., & Muller, N. (2019). Tratamiento basado en la mentalización para niñosUn abordaje de tiempo limitado. Desclée de Brouwer.

Mollà, L., Batlle Vila, S., Treen, D., López, J., Sanz, N., Martín, L. M., … & Bulbena Vilarrasa, A. (2015). Autolesiones no suicidas en adolescentes: revisión de los tratamientos psicológicos. Revista de psicopatología y psicología clínica20(1), 51-61.

Mosquera, D., & González, A. (2013). Del apego temprano a los síntomas del trastorno límite de personalidad. Revista digital de medicina psicosomática y psicoterapia3(3), 1-33.

Oldham, J. M., Skodol, A. E., & Bender, D. S. (2007). Trastornos de la Personalidad. Elsevier España.

 

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