Esto ocurre cuando tomamos nuestras emociones como prueba de verdad. Las emociones se toman como un hecho y no como fruto de nuestras interpretaciones.
Cogniciones como «me siento como un inútil y por lo tanto soy un inútil» o «me siento como un fracasado y por eso soy un fracasado» o «siento que no valgo para nada y por eso no valgo para nada» son distorsiones muy frecuentes que a menudo agudizan los estados negativos del ánimo además de mantenerlos en el tiempo.
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