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Felicidad sin empachos. Artículo de opinión en La Nueva España

Publicado el 21/12/2019
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Por Esther Blanco , última actualización el 23/12/2019
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Felicidad sin empachos

 

Hoy viernes 20 de Diciembre de 2019, La Nueva España en su edición impresa, dentro del Especial Salud, publica un artículo de opinión sobre el concepto felicidad y su relación con estas fiestas.

«Felicidad sin empachos»

Aceptación, comprensión, resiliencia: consejos para buscar el bienestar emocional durante todo el año y no convertirlo en un superficial deseo de Navidad y Año Nuevo.

 

Inmersos ya en tiempos de natividad, son muchas las incógnitas que se nos plantean en torno a la idea de felicidad.

¿Es la Navidad un momento del año donde hemos de ser felices?, ¿disfrutamos verdaderamente de los encuentros familiares?, ¿son los regalos que nos hacemos una ofrenda de amor?, ¿qué estamos trasmitiendo a nuestros hijos acerca del cómo vivir esta época de Pascua? En última instancia, ¿sabemos vivir y ser felices?

Aún estamos a tiempo de salvar la Navidad, como le sucedió al avaro Ebenezer Scrooge en  “Cuento de Navidad” de Charles Dickens.

 

Vivimos un incipiente mercado de la felicidad. Incluso la psicología positiva fundada allá por el año 2000 preconiza una posible ciencia de la felicidad. Libros de autoayuda, coaching, recetas, consejos, mercadotecnia del bienestar personal. Los medios de comunicación también han contribuido a esta búsqueda rápida, superficial y vacua del concepto felicidad.

 

En estas fechas, como en ningún otro momento del año, asistimos a una exposición casi perversa de felicidad. La publicidad nos promete una idea de felicidad al alcance de casi todos, las luces invitan al consumo, la alimentación convertida en un producto más de llenado fácil, los encuentros familiares: una negociación que a nadie satisface. Y los niños esperando la llegada de los Reyes, unos señores que aumentan la cantidad de vienes supuestamente preciados y deseados.

 

No hay una definición consensuada sobre felicidad, hoy no sabemos más de lo que sabían nuestros clásicos sobre el concepto felicidad. Cada vez nos alejamos más de la sabiduría que nos llega de maestros como el alemán Meister Eckhart:

 

“Quien se alegra en el tiempo, no se alegra todo el tiempo. Quien se alegra por encima del tiempo y fuera del tiempo, éste se alegra todo el tiempo”

 

 

Quienes nos dedicamos a la atención psicológica podemos constatar que estos días pre-navideños suponen un desasosiego en busca de momentos felices de los cuales el prójimo siempre hace eco. Y nada como asomarse a las redes sociales para constatar el estado de felicidad del que el otro hace gala.

 

Tendremos salvación, sabremos reconciliarnos con la Vida, disfrutaremos de cada época del año cuando sepamos desprendernos del yo-superficial

 

El yo superficial nos identifica con ciertos objetos, rasgos y/o atributos, ideas, tendencias. El yo superficial siente peligrar su identidad y por ello siempre se encuentra posicionado a la defensiva u ofensiva. El yo superficial se ubica en un lugar o en el contrario, en una tendencia o en su opuesta. El yo superficial ancla su idea de felicidad en una idea, en la consecución de una meta, de un lugar, de un estilo de vida. El yo superficial critica, juzga y se posiciona contra el otro.

El yo superficial genera división y dualidad.

 

¿Cómo desprendernos de esta superficialidad?, ¿cómo ser felices?,¿cómo poder disfrutar de una buenas Fiestas? ¿Cuáles serían unos buenos consejos para este Nuevo Año?

 

Aceptación. Esperar de esta época, como de cualquier otra, una convivencia con el dolor, el declive, la frustración y el esfuerzo.

 

Flexibilidad. El mundo que cada uno percibe es, en gran medida, un reflejo de sus creencias, pensamientos, valores y deseos. Tome conciencia de que su manera de ver las cosas es solamente eso, un reflejo de su mundo interno.

 

Comprensión. Nuestra realidad no es más que la confirmación de nuestras creencias y emociones. Es probable que la razón que cree tener solo sea un punto de vista más, el resultado de su mundo interno.

 

Compasión. Juzgar, criticar, posicionarse con vehemencia en un extremo del espectro solo es indicativo de vulnerabilidad y baja estima. Cada persona tiene un mundo interno que desconocemos, tenga piedad al emitir juicios de valor.

 

Autoconciencia. No haga atribuciones externas a sus emociones. La culpa de su desinterés no es del mundo poco estimulante, el responsable de su enfado no es solamente el otro. Sea introspectivo y busque dentro de su sistema de creencias.

 

Perspectiva. Cuanta más perspectiva adoptemos a la hora de leer el mundo y al otro, mayor grado de aceptación, regulación emocional y sosiego.

 

Resiliencia. Se trata de ser la mano que sostiene al péndulo, no el péndulo. La regulación de nuestras emociones depende de la capacidad de observar desde “arriba”.

 

Gratitud. Sea agradecido. El narcisismo transforma la desilusión en traición y siente rencor. Nunca perdona y nunca agradece. La desilusión forma parte de la vida. Acéptela con madurez y agradezca lo que hayan podido ofrecerle.

 

Educación. El mejor regalo que puede ofrecer a sus hijos es su compromiso con la educación emocional: amor, límites y empatía es una buen propósito para con los más pequeños.

 

Y recuerde, hoy también sabemos que el dinero no da la felicidad. Más riqueza supone más felicidad solo en el caso de ingresos muy bajos. Si confía en la Lotería como salvoconducto hacia la felicidad, se encuentra en riesgo de no alcanzarla.

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