La depresión es uno de los problemas psicológicos más comunes. No es raro
conocer a alguna persona que haya sufrido o esté sufriendo una depresión o que hayamos visto alguna serie, película o libro donde algún personaje se encuentre en un período de depresión. Es posible, incluso, que tú, lector, hayas sufrido o estés sufriendo una depresión.
La depresión es conocida especialmente por sus dos pilares fundamentales:
Es, en resumen, un estado psicológico enormemente doloroso y que puede llegar a limitar la vida hasta el punto de no levantarse de la cama.
Teniendo todo esto en cuenta, es fácil ver como la persona con depresión se encuentra en un estado vulnerable, cargado de malestar y dolor. Se encuentra, en definitiva, en una situación vulnerable, donde sus emociones la mantienen presa.
Sin embargo, la depresión no ocurre dentro de una burbuja. Una persona no sufre
una depresión como podría padecer un virus. La persona con depresión convive en un entorno social, rodeado de más gente, gente que puede tener ciertas ideas preconcebidas acerca de cómo debe ser la depresión, qué es la depresión, qué se siente en la depresión o, incluso, quien debe o no debe encontrarse en una depresión.
Estas ideas, estos prejuicios, tienden a venir acompañados de comentarios,
valoraciones… que no sólo no ayudan, sino que, además, pueden llegar a dañar más a la
persona.
Algunos de estos comentarios son:
Tabla de contenidos
Un comentario muy bienintencionado, allí donde los haya. Probablemente detrás
de él haya una persona preocupada, que busca que la persona con depresión salga de esa
situación y pueda volver a encontrarse satisfecha con la vida.
Sin embargo, este aliento resulta vacío a los ojos de la persona con depresión, pues
esta misma ha hecho todo lo posible para animarse, incluso aunque no lo parezca.
En resumidas cuentas, la depresión no surge de una falta de ánimo que nace de la
nada, sino que se origina en un intento tras otro de moverse en la vida con las herramientas psicológicas que la persona posee, pero, de forma infructífera cada vez, estos intentos le han resultado insatisfactorios.
En otras palabras, decirle a una persona con depresión que se anime es pedirle que
haga algo que ella misma ha intentado de varias maneras.
El pesimismo, la baja autoestima y la dificultad de la persona con depresión para emprender tareas son ocurrencias comunes en estos casos. Esto puede generar en otros sentimientos de frustración y de rabia debido a que sienten que deben tirar de ella, a que les arruina el ánimo o a que no cumple con sus obligaciones como debería hacer.
Esta rabia no hace sino alimentar aún más esa imagen que la persona con depresión tiene ahora de sí misma: una de ser una carga, un problema, y de no tener ningún valor. En otras palabras, la persona con depresión, más que salir de su estupor por la rabia de los demás, se hunde cada vez más.
Como ya se ha comentado, la depresión es uno de los problemas psicológicos más
frecuentes en la actualidad. Esto, por supuesto, ha generado un estereotipo respecto a
cómo es una persona con depresión: una persona mal aseada y con ojeras, con un estado
de ánimo bajo y con constantes comentarios respecto a lo terrible que es él mismo, el
mundo y las demás personas; puntos extra si, además, bebe, se pasa el día en la cama y
se atiborra a pastillas.
Este estereotipo, aún cierto en algunos casos, es, cuanto menos, perjudicial. Las
personas con depresión son tan variadas como las personas que no están pasando por este problema. Esto significa que cada uno puede estar pasando por una depresión sin por ello tener que cubrir los elementos de una lista escrita por la sociedad. Es posible que esté todo el día en la cama o que continúe el día a día, aun sintiéndose como se siente.
Esta clase de comentarios priva a la persona de que su dolor y angustia sean
reconocidos, puesto que no sufre “de la manera esperada” y, por tanto, nadie tiene en
cuenta sus emociones, las cuales pueden ser tan intensas como las de la persona que sí
cumple el estereotipo.
Al igual que en el comentario anterior subyace una idea de cómo debe ser una
persona con depresión, detrás de este comentario se esconde un prejuicio acerca de qué debería sentir una persona en una determinada situación. Asimismo, suele venir
acompañado de ideas acerca de una “escasa resistencia mental” o de una “voluntad débil”.
Independientemente de la situación en la que se encuentre la persona con
depresión, ya tenga dinero o no, familia o no, pareja o no, éxito o no… qué está sintiendo
o qué dolor emocional está padeciendo son cuestiones personales y se encuentra en pleno derecho de sentir lo que siente.
Una vez más, esta clase de comentarios no reconocen el sufrimiento por el que
pasa la persona y, más que ayudar, pueden empeorar su situación pues genera confusión.
No entiendo porque estas deprimido, no deberías estarlo”. Este comentario aparece sobre todo cuando la persona con depresión está en una situación ventajosa (dinero, estabilidad familiar…). De la misma manera, da por hecho que tener una situación favorable impide por completo cualquier clase de sufrimiento, lo que impide que la persona con depresión sienta que su sufrimiento es válido, causándole así aún más dolor.
