Es un hecho constatado que la situación económica y laboral que vivimos en España en los últimos años ha derivado en una mayor demanda de atención psicológica. Como también es un hecho que en nuestro país haya aumentado en un 57% el uso de los ansiolíticos y somníferos. Este aumento se sitúa incluso antes del comienzo de la crisis económica, según la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios.
En la actualidad el uso de ansiolíticos (benzodiacepinas), llamados popularmente medicamentos para la ansiedad, ha aumentado independientemente de la crisis económica. Los problemas de la vida cotidiana están siendo gravemente medicalizados. La ansiedad y los problemas de sueño son las dos grandes demandas en Atención Primaria que terminan con una prescripción del fármaco.
El consumo de psicofármacos es el recurso de primera instancia al que se recurre desde la medicina de familia. El abuso de estos fármacos se está convirtiendo en un problema de salud pública.
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Cada vez son más las personas que acuden a los diversos dispositivos de Salud Mental en busca de una ayuda para aliviar sus síntomas. La sintomatología ansiosa y depresiva se convierte en una demanda habitual en las consultas de Atención Primaria. En los últimos años ha llegado a ocupar un 30% de todas las intervenciones de los médicos de familia.
Presiones asistenciales, falta de recursos, insuficiente tiempo de atención al paciente, y el desconocimiento especializado en psicopatología, dejan al médico en Atención Primaria sin demasiadas opciones de tratamiento. Los psicofármacos, entre ellos los ansiolíticos (benzodiacepinas), se han convertido en una opción rápida a considerar por parte del facultativo. La OMS (Organización Mundial de la Salud) reconoce explícitamente “la incapacidad de los servicios de salud para proporcionar un nivel de cobertura que satisfaga la demanda y las nuevas necesidades”.
Ante este difícil panorama, excesiva demanda de atención psicológica y falta de recursos en Atención Primaria, el uso de los fármacos ansiolíticos está suponiendo una solución no solamente de dudosa eficacia sino incluso perjudicial.
Los pacientes acuden a su médico de familia para poder ser orientados en cuanto a los problemas de salud, la ansiedad que sufren, o los problemas de sueño. Ante la falta de recursos del sistema son animados en su mayor parte a comenzar un tratamiento con fármacos ansiolíticos. En ocasiones incluso se deja en manos del paciente su uso «a demanda». Los pacientes desconocen el potencial adictivo (la dependencia) y los efectos secundarios del uso de las benzodiacepinas.
Los síntomas ansiosos y/o depresivos representan, en la mayoría de los casos, la cara visible de otros trastornos psíquicos que han de ser diagnosticados en profundidad. Si queremos realizar un enfoque correcto capaz de orientar un tratamiento eficaz, hemos de dedicar tiempo y recursos a averiguar qué le ocurre al paciente.
De no ser así, es decir, cuando el tratamiento se centra solo en los síntomas ansiosos se corre el riesgo de cronificar el trastorno subyacente que seguirá produciendo sintomatología ansiosa y depresiva de manera recidivante.
El consumo de medicamentos ansiolíticos (benzodiacepinas) por parte del paciente ansioso es un riesgo puesto que a corto plazo puede resultar muy efectivo. Si una persona afectada por crisis de pánico que afectan a su vida notablemente, es aconsejada para la toma de un ansiolítico, a corto plazo, resultará eficaz y parecerá que el problema ha sido resuelto. Sin embargo, dado que el problema ansioso no ha sido resuelto, el paciente volverá de nuevo a sufrir crisis de ansiedad. Las benzodiacepinas conseguirán una mayor sensación de seguridad solo a corto plazo. Se convertirán en un amuleto sin el que el paciente se atreverá a vivir. Su eficacia se reducirá a medio plazo dado que el problema ansioso de base sigue sin resolver.
El consumo del fármaco irá en aumento para conseguir los mismos efectos que al principio, y el abuso del mismo terminará siendo un problema añadido. El paciente recurrirá a mayor dosis para producir los mismo efectos. Finalmente puede ocurrir que se haya generado una dependencia al fármaco.
El síntoma ansioso ha quedado sin resolver y además la persona sufrirá una dependencia a los ansiolíticos. El síntoma ansioso no se resuelve puesto que los psicofármacos no son curativos, esto es, el origen de la ansiedad ha quedado completamente intacto. El paciente, más allá de la toma del fármaco, no ha podido hacer nada con sus síntomas ansiosos. No ha podido aprender cómo enfrentarse a sus crisis de pánico así como tampoco ha podido averiguar qué es lo que le ha llevado a sufrir el ataque de pánico. Ambas cuestiones FUNDAMENTALES si queremos actuar sobre el problema verdadero.
Aconsejar al paciente sobre las diferentes opciones para que éste recupere su salud, es una obligación de todos los profesionales sanitarios. La correcta información al paciente le ayudaría a valorar el riesgo a la hora de ser tratado con ansiolíticos. A este respecto, los tratamientos psicoterapéuticos han demostrado ampliamente su efectividad. El uso de la psicoterapia disminuye el sufrimiento individual y familiar, así como reducir costes en términos económicos, sociales y laborales.
Los tratamientos psicofarmacológicos están disponibles para toda la población, no siendo así para los tratamientos psicoterapéuticos. En Asturias, según el Análisis de los datos del Registro Acumulativo de Casos Psiquiátricos de Asturias (RACPAS) entre el 1-1-1998 y el 3-12-2010,los servicios de salud mental de Asturias atienden alrededor de una cuarta parte de la enfermedad mental. Un nivel nivel considerable de necesidades de salud mental quedan no cubiertas.
Sin duda parece que estamos alejándonos de los objetivos propuestos dentro del Plan de Acción Europeo en Salud Mental. Dicho plan preveía para el año 2017 el cumplimiento de “un servicio de salud mental accesibles, competente, asequible y disponible en la comunidad de acuerdo a las necesidades”así como “garantizar a las personas el derecho a un tratamiento digno, seguro y eficaz”.
Los efectos secundarios de los ansiolíticos han de ser tomados seriamente en consideración antes de recurrir a su uso. La evidencia científica señala que, el abuso de los fármacos ansiolíticos aumenta en un 50% el riesgo de padecer una demencia en ancianos. La OMS ha transmitido esta preocupación en su último informe recordando además la importancia de fenómenos como:
Tolerancia (cada vez necesitamos más fármaco para producir los mismos efectos)
Dependencia (dificultad para abandonar su uso sin padecer síntomas de abstinencia).
Además de los efectos adversos sobre la función cognitiva como la pérdida de la memoria.
El tratamiento con fármacos ansiolíticos no debería superara las cuatro o seis semanas de duración, en muchos pacientes el tratamiento dura años.
Los efectos de la dependencia suponen un efecto rebote: sentir ansiedad o insomnio tras la interrupción de los mismos.
Por otra parte,en general los ansiolíticos están directamente desaconsejados ante situaciones de duelo o estrés postraumático. El uso de estos psicofármacos ralentiza el proceso de recuperación impidiendo al paciente integrar emociones intensamente dolorosas que le permitan su recuperación.
En España el consumo de ansiolíticos representan la tercera droga más habitual después del tabaco y el alcohol y además consumimos el doble de ansiolíticos que en otros países de la Unión Europea como Alemania. Tras 4 semanas de toma de cualquier tipo de psicofármaco, éste deberá ser revisado por el médico de cabecera. En muy pocos casos se produce este control desde Atención Primaria o Psiquiatría. En muchos casos el paciente recibe la indicación de » a demanda» convirtiéndose en algo habitual la toma del ansiolítico.
Pueden pasar incluso años hasta que el paciente toma conciencia del problema de adicción que sufre ante la toma reiterada de los ansiolíticos. El consumo ha ido en aumento a lo largo de los años hasta convertirse en un problema más en la vida del paciente. La dosis inicial ha de ser incrementada por el paciente si quiere volver a sentir los efectos relajantes que en un principio conseguía con menor dosis.
Antes de comenzar la toma de cualquier psicofármaco como ansiolíticos o antidepresivos sería aconsejable llevar a cabo una evaluación y diagnóstico en profundidad de su problema. Quizás pueda beneficiarse más de una Psicoterapia y no sea necesario recurrir a la toma de un fármaco.
Recuerde que los síntomas ansiosos suelen esconder una forma de ver el mundo, una personalidad, con capacidad para generar o mantener el problema ansioso.
Superar la ansiedad de forma definitiva es posible si conocemos las causas por las cuales la padecemos.
Tanto si usted ya toma ansiolíticos, como si usted se encuentra planteándose comenzar a tomarlos, le recomendamos llevar a cabo una evaluación de cuál es su problema más allá de la evidente ansiedad que usted está sufriendo.
Somos una clínica de psicólogos en Oviedo especializada en la evaluación, diagnóstico y tratamiento de la ansiedad.
Nuestra metodología se caracteriza por llevar a cabo un estudio de la personalidad que pueda explicar el síntoma ansioso. Nuestra psicoterapia incide en el origen de la ansiedad. No tratamos únicamente la ansiedad, sino la personalidad que la genera y/o mantiene.
Puede usted solicitar una cita, ya sea presencial u online y le ayudaremos.
Si lo desea, también puede solicitar una segunda opinión. La segunda opinión es un proceso de evaluación y diagnóstico que incluye un estudio de la personalidad. Este diagnóstico puede servir para una mejor orientación en su psicoterapia actual, o ayudarle a tomar mejores decisiones en cuanto a la toma de ansiolíticos.