¿Qué es la adicción al sexo? ¿Qué es la adicción a la pornografía? ¿Son adicciones realmente o son algo distinto? Respondamos estas preguntas.
En breves palabras, la adicción al sexo y la adicción a la pornografía serían considerados trastornos del comportamiento, es decir, maneras de comportarse muy persistentes en el tiempo, difíciles de cambiar y que producen alguna clase de perjuicio para la propia persona o para otros. Sin embargo, adicción puede ser tomado como sinónimo en este contexto.
Pero, ¿qué son?
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La adicción a la pornografía se puede definir de dos maneras: por un lado, está la obsesión hacia el contenido pornográfico (pensar constantemente en videos, imaginarse escenarios típicos de producciones pornográficas, fantasear con poder ver pornografía y planear el momento de hacerlo…) y, por otro, el consumo de contenido pornográfico (muy elevado, ocupando varias horas en el día).
¿De dónde viene? Pues la pornografía no deja de ser un pequeño parche de nicotina. Todos tenemos impulsos sexuales, pero su satisfacción, el sexo, implica cuestiones como el consenso, la intimidad, el respeto a la otra persona… En definitiva, cuestiones que implican saber ser vulnerable, saber ser sensible a las necesidades del otro, saber ajustarse a las demás personas. La pornografía únicamente ofrece la satisfacción sexual.
La dificultad para conectar y para ceder con el otro pueden invitar a una persona a buscar ese parche, lo que en sí invita al abuso. Esto puede ser propio de personas con caracteres más narcisistas, dónde ceder ante la otra persona es dejarse a sí mismo en una posición inferior, o en caracteres antisociales, donde se posee una barrera para la conexión y la sintonía con otros, además de una impulsividad que busca el placer inmediato.
Al igual que en la adicción a la pornografía, la adicción al sexo cuenta de su parte obsesiva (pensar en tener sexo, en posibles parejas con quienes tenerlo, en cuándo va a ser la próxima ver que se tenga…) y la parte de consumación (numerosas veces, con parejas o bien conocidas o desconocidas y llegando incluso a pagar por ello o a obtenerlo de forma ilegal).
¿De dónde viene? A diferencia de la pornografía, el sexo incluye a otra persona. Es un acto físico, de piel con piel, que incluye aspectos como vulnerabilidad, intimidad, calidez… El sexo es, acaso, uno de los actos más íntimos y de conexión que se pueden llevar a cabo con otra persona. Es, al mismo tiempo, una actividad primaria, que responde a impulsos.
Con esto se puede decir que a la búsqueda constante de sexo le subyace una necesidad de conectar con otros, de buscar esa intimidad breve que se da en la relación sexual. Al ser un acto tan primitivo, no se ven involucrados los aspectos más complicados de las relaciones humanas como expresar y regular las emociones, tener empatía, expresar necesidades, ser receptivo a las opiniones de otros… Son estos aspectos donde más dificultades puede haber, especialmente en determinados tipos de personalidad, como el trastorno límite de la personalidad, donde el caos emocional, el vacío en la soledad y la dificultad para mantener distancia del otro dificultan una intimidad real.
En pocas palabras, ambos se diferencian en la presencia de otra persona.
Mientras que en la pornografía se busca la copia de una interacción sexual real, sin ninguna persona involucrada más que uno mismo; en el sexo se busca la copia de una relación íntima con otra persona.
En primer caso, la dificultad para conectar y fluir con otros puede invitar al abuso. En el segundo caso, la dificultad para estar solo y, estando con alguien, a no perderse en él puede también invitar al abuso.
En la Clínica Persum contamos con sexólogos especializados en tratamientos personalizados en terapia sexual con amplia experiencia que pueden ayudarle si se encuentra con alguno de estos tipos de adicción.
