Prevenir un daño derivado del trabajo supone actuar:
Estos tres períodos suponen tres momentos clave en los que se debe actuar, desde la empresa y/o a nivel individual.
Período en el que está actuando los factores de riesgo que pueden producir la enfermedad.
Las actuaciones preventivas irían dirigidas a disminuir la prevalencia de una alteración de la salud, reduciendo el riesgo de aparición de nuevos casos. Dentro de las empresas consiste en eliminar o reducir la exposición de riesgo para que no aparezcan los problemas con la salud. Se trata de actuar sobre los factores de riesgo.
Ejemplos de esta Prevención Primaria serían: la formación e información de los trabajadores, sustitución de sustancias peligrosas por otras que no lo sean, elaboración de planes de prevención, etc.
Período en el que ya existe lesión anatómica y/o funcional, pero en un grado insuficiente para ser sentida por la persona o al menos no acude a los profesionales de la salud porque aún no ha percibido el problema.
La Prevención Secundaria y sus actuaciones van encaminadas a disminuir la prevalencia interviniendo cuando el problema de salud es reversible por sí solo o es fácilmente tratable.
Aquí juega un papel muy importante la vigilancia de la salud. Un ejemplo serían los reconocimientos médicos periódicos
La enfermedad ya está establecida. En esta fase se pretende evitar que el proceso evoluciones hacia la muerte o la invalidez, procurando que la curación sea lo más precoz y definitiva posible.
En esta fase el trabajo consiste en la aplicación de tratamientos de rehabilitación, terapias psicológicas, etc.
El campo de intervención más eficaz es la Prevención Primaria, antes de que se haya producido el daño, controlando los factores de riesgo que pueden producir daño. En último caso se debe actuar sobre las consecuencias del daño que se ha producido (Prevención Terciaria) con una asistencia médico-psicológica rápida y eficaz.
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