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Los trastornos de conducta en niños y adolescentes

Publicado el 30/11/2019
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Por Esther Blanco , última actualización el 23/12/2019
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Es natural que un niño o un adolescente se comporte mal en ocasiones. Esto puede ser producto de momentos puntuales y pasa rápidamente cuando el origen de la tensión desaparece. Cuando las actitudes hostiles, agresivas o perturbadoras se extienden por un periodo de tiempo mayor al de 6 meses, podríamos estar hablando de trastornos de conducta más serios. Es importante por ello que los padres o tutores legales de los niños o adolescentes estén al tanto de las señales. Darse cuenta de trastornos de conducta en niños y bordar a tiempo un problema puede evitar que haya desmejorar importantes, tanto en el ámbito familiar como en el escolar.

Durante la niñez y la adolescencia, se están creando los hábitos con los que un adulto vivirá el resto de la vida. Y las malas decisiones también pueden convertirse en hábitos. Intervenir a tiempo puede cambiar la vida del niño o el adolescente y su futuro. Tengamos en cuenta que los jóvenes que presentan problemas de conducta, tienen más riesgo de sufrir problemas mentales, fracasar académicamente e incluso suicidarse. La terapia de familia puede orientar mucho en estos caso, al igual que la terapia del comportamiento puede enseñarle a los pequeños cómo lidiar con sus emociones.

 

 

¿Qué es un Trastorno de Conducta?

El trastorno de conducta, conocido previamente como trastorno disocial, es una alteración del comportamiento que suele presentar sus primeros síntomas en la infancia. Se caracterizada por un comportamiento antisocial que viola las normas y reglas adecuadas para la edad.

 

¿Qué tipo de alteraciones se observan en los niños con problemas de conducta?

Los trastornos de conducta en los niños pueden adoptar múltiples formas. Estos son algunos de los signos alarmante que podemos reconocer en niños y adolescentes y que nos indican que es hora de tomar cartas en el asunto:

  1. Dañarse físicamente a sí mismos.
  2. Lastimar a otras personas o mascotas.
  3. Discusiones frecuentes y rabietas exageradas.
  4. Consumo de sustancias ilícitas, cigarrillos o alcohol.
  5. Hostilidad hacia las figuras de autoridad.
  6. Robar reiteradas veces y mentir.
  7. Tener relaciones sexuales de forma prematura.
  8. No acudir a las clases.
  9. Agresividad, rabietas
  10. Conductas desafiantes y oposicionistas
  11. Inestabilidad emocional
  12. Arrogancia
  13. Relaciones superficiales
  14. Dependencias emocionales
  15. Inhibiciones, miedos, mutismo

¿Qué podemos entender por un trastorno grave de conducta?

Es natural que un niño o un adolescente se comporte mal en ocasiones. Esto puede ser producto del estrés y pasa rápidamente cuando el origen de la tensión desaparece. Cuando las actitudes hostiles, agresivas o perturbadoras se extienden por un periodo de tiempo mayor al de 6 meses, podríamos estar hablando de trastornos de conducta más serios.
A veces los niños discuten, son agresivos o actúan con enfado o en forma desafiante con los adultos. Es posible que se diagnostique un trastorno del comportamiento o de la conducta cuando estos comportamientos perturbadores no sean comunes para la edad del niño en ese momento, persistan a través del tiempo o sean graves. Debido a que los trastornos del comportamiento implican portarse mal y comportarse de manera no deseada con las demás personas, a menudo se los llama trastornos de externalización.

Cómo se diagnostican los Trastornos del Comportamiento

Según el DSM-5, el Manual Psiquiátrico de Diagnóstico de las Enfermedades Mentales, se observa un patrón repetitivo y persistente de comportamiento en el que no se respetan los derechos básicos de otros, las normas o reglas sociales propias de la edad, lo que se manifiesta por la presencia en los doce últimos meses de por lo menos tres de los quince criterios siguientes, existiendo por lo menos uno en los últimos seis meses:

1. A menudo acosa, amenaza o intimada a otros.
2. A menudo inicia peleas.
3. Ha usado un arma que puede provocar serios daños a terceros (p. ej., un bastón, un
ladrillo, una botella rota, un cuchillo, un arma).
4. Ha ejercido la crueldad física contra personas.
5. Ha ejercido la crueldad física contra animales.
6. Ha robado enfrentándose a una víctima (p. ej., atraco, robo de un monedero,
extorsión, atraco a mano armada).
7. Ha violado sexualmente a alguien.
8. Ha prendido fuego deliberadamente con la intención de provocar daños graves.
9. Ha destruido deliberadamente la propiedad de alguien (pero no por medio del fuego).
10. Ha invadido la casa, edificio o automóvil de alguien.
11. A menudo miente para obtener objetos o favores, o para evitar obligaciones (p. ej.
“engaña” a otros).
12. Ha robado objetos de valor no triviales sin enfrentarse a la víctima (p. ej., hurto en una
tienda sin violencia ni invasión; falsificación).
13. A menudo sale por la noche a pesar de la prohibición de sus padres, empezando antes
de los 13 años.
14. Ha pasado una noche fuera de casa sin permiso mientras vivía con sus padres o en un
hogar de acogida, por lo menos dos veces o una vez sí estuvo ausente durante un
tiempo prolongado.
15. A menudo falta en la escuela, empezando antes de los 13 años.

 

¿Qué es «conducta»?

En este contexto, cuando hablamos de trastorno de conducta, nos referimos a la conducta observable, es decir, a los hechos objetivos que podrían quedar recogidos, por ejemplo, por una cámara de vídeo con micrófono. Se excluyen, por tanto, las conductas no observables, como son los pensamientos, los conflictos internos o las motivaciones.

 

¿Qué causa un Trastorno de la Conducta?

Los trastornos de conducta pueden aparecen ya en edad preescolar. Como en casi todos los trastornos psicopatológicos, se suele encontrar tanto una genética vulnerable al trastorno como un estilo de crianza disfuncional que lo termina de propiciar. Una inteligencia por debajo de la media también constituye un factor de riesgo. En general, podemos decir que los niños aquejados de este tipo de trastornos provienen de contextos familiares poco amorosos, de pocos límites o ambas cosas. Los niños que han sufrido experiencias de rechazo temprano, negligencia en la crianza, rigidez autoritaria o abusos físicos o sexuales son más proclives al trastorno de conducta. En la adolescencia, las compañías frecuentadas pueden ser también un problema.

 

Otros Trastornos de Conducta en niños y adolescentes

En ocasiones puede aparecer también, muchas veces precediendo al Trastorno de conducta, el Trastorno Negativista Desafiante, donde los niños o adolescentes pueden estar la mayor parte del tiempo irritables o enojados. Pueden discutir a menudo y negarse a obedecer a sus padres, a las personas que los cuidan, a los maestros u otros. Tal vez quieran también lastimar a alguien que creen que les ha ocasionado daño.

Otra variante es el Trastorno explosivo intermitente. Los niños o adolescentes con este trastorno pueden tener arranques de conducta agresiva o violenta, o gritos. Pueden tener rabietas extremas y empezar peleas físicas. Usualmente tienen una reacción excesiva y extrema a las situaciones y no consideran las consecuencias. Los arranques ocurren con poca o ninguna advertencia. Suelen durar 30 minutos o menos. Después del arranque, el niño o adolescente puede lamentarlo o sentirse avergonzado.

 

Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH)

Niño con ADHD

Se trata del trastorno de conducta más frecuente, presentándose en casi un 7% de la población infantil y juvenil. Este trastorno se caracteriza por la dificultad que presentan los individuos para prestar atención al mismo estímulo, durante un periodo de tiempo prolongado. Es un déficit que les impide llevar a cabo sus tareas de manera eficiente y organizarse. Lo que suele influir fuertemente en el rendimiento escolar y en sus relaciones interpersonales. Es un trastorno que puede presentarse habitualmente en una edad comprendida de 3 a 17 años. Suele ser bastante estable y sus síntomas disminuyen con el paso del tiempo, en especial cuando se recibe tratamiento.

Estos son algunos de los signos que pueden observarse en niños y adolescentes con TDAH:

– Inquietud extrema.

– Incapacidad para quedarse sentado.

– Entrometimiento en las actividades de otras personas.

– Incapacidad para esperar.

Tratamiento del Trastorno de Conducta

El tratamiento ha de ser individualizado y estudiar en cada caso la sintomatología clínica implicada y la situación familiar y social del menor. El tratamiento, por lo tanto, debe ser amplio y abarcar los distintos ámbitos en los que se mueve el niño, estando en contacto todos los profesionales implicados: psicólogo, maestro, orientador, médico… Es conveniente que los padres reciban educación psicosocial como parte importante del tratamiento. Se debe trabajar con la familia como unidad fundamental de estabilidad y apoyo, para acordar pautas y abordajes situacionales.

La terapia, por lo tanto, debe ser integradora e incluir diferentes modalidades de intervención, desde la psicología del apego hasta la psicología familiar y la terapia cognitivo-conductual, para abordar tanto los aspectos estructurales de las personalidades implicadas como el funcionamiento sistémico del grupo familiar, además, por supuesto, de los síntomas individuales más preocupantes y urgentes a tratar.

Si piensas que tu niño o adolescente presenta alguno de los signos que hemos mencionado en este artículo, ponte en contacto con un profesional y comienza a prestar más atención. Solucionar los problemas hoy puede evitar pérdidas terribles mañana.

Prevención del Trastorno de Conducta. ¿Qué podemos hacer los padres?

Los padres debemos preocuparnos desde el principio de conocer a nuestros hijos y de conocernos también a nosotros mismos. Saber compaginar un afecto incondicional con la firmeza de una educación sabia resultará fundamental para una crianza equilibrada. Tenemos que comprender la mente de nuestros hijos y la nuestra propia en relación con ellos.
Esforzarnos por educar a nuestros hijos, sin llegar a obsesionarnos, en valores cívicos, empáticos y responsables. Y, en caso de observar anomalías en su desarrollo, o bien, si no “queremos” verlo, en caso de recibir quejas continuas del comportamiento de nuestros hijos por parte de otras personas, no dejarlo pasar y tomar cartas en el asunto cuanto antes.

No olvides que la terapia siempre es positiva y no es necesario esperar que surjan inconvenientes para buscar ayuda profesional. Es mejor prevenir que lamentar, así que no dudes en obtener una CITA a tiempo.

 

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