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Esther Blanco sobre los problemas psicológicos tras la pandemia

Publicado el 19/03/2022
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Por Esther Blanco , última actualización el 04/03/2023
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El martes 15 de Marzo, La Nueva España en su sección Sociedad y Cultura, entrevistas a varios psicólogos de la región. Entre ellos, Esther Blanco, directora de la Clínica Persum sobre el aumento de las visitas al Psicólogo de la población Asturiana tras la pandemia y recién iniciada la guerra entre Rusia y Ucrania.

Aquí les dejamos la entrevista completa y el resumen hecho para La Nueva España.

Ansiedad y depresión post pandemia

Problemas psicológicos más frecuentes tras la pandemia

El aislamiento social y la cuarentena fueron medidas que se tomaron durante la pandemia de COVID-19 para tratar de salvaguardar vidas. No obstante, dichas medidas trajeron consigo una serie de consecuencias para la salud mental.

Incluso en este momento, en el que parece haber un mayor control de la situación, la llegada de las vacunas y la posibilidad de asistir a ciertos espacios sin mascarillas, los problemas psicológicos continúan estando presentes, por lo que podría decirse que no se trata solo de una pandemia que afecta la salud física, sino también la psicológica.

¿Han sido iguales las consultas después de la pandemia?

A la pregunta anterior, la respuesta es un no. Se ha observado que los síntomas de ansiedad han aumentado. En las consultas, se ha observado un número mayor de pacientes con síntomas depresivos y ansiosos. Sobre todo, mujeres jóvenes que viven solas, no tienen hijos, con mala salud física o psíquica, así como el estar en paro, haber sufrido el largo confinamiento y, sin mencionar, la alta exposición a las noticias relacionadas con la pandemia.

Sin embargo, no se trata de un fenómenos sencillo de explicar, ya que no debemos  presuponer una simple relación causal. Hay otras variables a tomar en consideración antes de “desresponsabilizar” al individuo asumiendo una pandemia como causa única del malestar personal.  Se trataría más bien de comprender que previas estructuras o rasgos de personalidad suponen cierta vulnerabilidad a experimentar síntomas ansiosos o depresivos.

Personalidad y problemas psicológicos tras la pandemia

La personalidad se refiere a un conglomerado de rasgos que posee una persona que define su forma de pensar, sentir y comportarse ante diversas situaciones.

Así, personalidades depresivas, tienden a angustiarse con facilidad ante estímulos aversivos, presentando irritabilidad, ansiedad, y depresión ante factores estresantes. La emocionabilidad negativa predice el nivel de angustia en respuesta a la amenaza de infección por coronavirus. Personas con características evitativas, suelen ver el mundo más amenazante de lo que es en realidad, tendiendo a la evitación del riesgo y sufriendo síntomas ansiosos cuando ello no es viable.

Los rasgos obsesivos exponen a los individuos a experimentar niveles de ansiedad superior a la media en relación a situaciones que suponen incertidumbre, paralizando su toma de decisiones. Incluso el exceso de información que necesitan hace posible que en muchos casos fueran rechazadas las vacunaciones. La verificación y la búsqueda de información llegó a paralizar a estas personas ante la toma de decisiones que escapaban a su control.

En tiempos de pandemia, las personas deben ser capaces de tolerar cierto grado de incertidumbre y sentir que se tiene alguna dosis de control sobre la amenaza. Cuando sus rasgos inflexibles incapacitan tal adaptación, la ansiedad es el síntoma a sufrir.

Personas con rasgos dependientes viven en una constante amenaza, en relación al coronavirus, vivieron expuestas a una observación constante de símbolos de enfermedad. El coronavirus con su amplia sintomatología, dejó a ciertas personas demasiado “indefensas” ante la posibilidad de enfermar y creer no ser capaces de enfrentarse a ello.

Por otra parte, personas con rasgos más narcisistas han llegado menos a nuestras consultas como suele ser lo habitual. Fuertes sesgos de optimismo irrealista, fantasías de omnipotencia, creencias de ser invulnerables no solo han hecho que cometieran más actos de imprudencia sino que el hecho de saberse invulnerables redujo la tasa de vacunación entre ellos. Sin embargo, no presentar síntomas ansiosos o depresivos lo que conlleva un menor acceso a nuestras consultas.

Si además se presentasen rasgos antisociales, el temor al contagio y/o a contagiar se encuentra bajo mínimo exponiendo a la persona y a su entorno a un riesgo de difícil acceso a la reflexión: “yo no tengo por qué hacerlo” en un lema que suele salir caro  en relación al entorno, aunque el individuo no llegue a sufrir en términos sintomatológicos.

Estrés postraumático y covid

En otro orden de cosas, se ha corroborado la prevalencia del estrés postraumático o síntomas disociativos, es decir, pacientes que han vivido situaciones cercanas a la muerte propia o de un ser querido bajo circunstancias muy impactantes. Los sanitarios han sido la población más afectada en relación a este punto. Además, estas psicopatologías se han observado mayormente en las mujeres, ya que representan el porcentaje mayor en cuanto a exposición a actividades de riesgo, tales como cuidadoras, trabajadoras en centros comerciales u otras ocupaciones que las expone más.

En el caso de la población más joven, se ha percibido un aumento de incertidumbre ante el futuro, ocasionado tal vez por los efectos del paro; además, tienen preocupaciones concernientes al cuidado de sus hijos o de personas mayores.

Hay otras causas que se han asociado a estos cuadros de estrés y ansiedad, tales como el duelo por la pérdida de amigos y familiares, el haber estado infectado, el desempleo, la incertidumbre a nivel económico, las medidas de confinamiento, entre otras.

Nuestras observaciones correlacionan con estudios como el de Konstantinos Tsamakis, sobre la COVID-19 y sus consecuencias sobre la salud mental, en el que expone que los datos más recientes han mostrado que los problemas de salud mental son comunes en diferentes poblaciones, con una prevalencia general combinada de depresión, ansiedad, angustia e insomnio, mientras que, en el caso de los subgrupos de la población, como los pacientes con enfermedades crónicas no infecciosas, como el cáncer o la diabetes, presentaban una mayor prevalencia de depresión. A ello, el autor acota que las personas que estaban en cuarentena, los pacientes con sospecha de infección por COVID-19 y los médicos y enfermeras, también presentaron una alta prevalencia de depresión, ansiedad, angustia e insomnio.

Trastornos de alimentación y covid

También hemos observando un aumento de los Trastornos de la conducta de alimentación. Los trastornos de alimentación suelen tener una larga evolución, por ello en la actualidad más que observar un inicio del trastorno, asistimos a un aumento de las demandas de tratamiento al haber tomado las familias más consciencia de las conductas del familiar afectado. Pareciese que el fenómeno de trastorno alimenticio ya estuviera presente y que pasó menos desapercibido entre las familias del afectado.

Llegado a este punto, hay personas que aún temen salir de sus casas, que no han podido elaborar los duelos de forma correcta, que sienten angustia extrema al contagio, miedo al regreso a los espacios de la sociedad y un marcado agotamiento mental, sumado a una soledad profunda.

Los efectos psicológicos que persisten

Muchos pacientes acuden a terapia porque el escenario de la pandemia cambió todo su sistema de vida, sus planificaciones, e incluso muchos perdieron sus empleos, o tuvieron que cambiar de metas en la vida, por lo que ahora sienten una gran incertidumbre generando ansiedad, en especial al no saber cuándo todo terminará por completo.

Cabe destacar que, la repetición de las medidas sanitarias, como el lavado frecuente de manos o el uso continuo de mascarillas, han llevado a que muchas personas experimenten síntomas similares a los del trastorno obsesivo compulsivo, lo cual, puede desencadenar situaciones de ataques de pánico o altos niveles de ansiedad.

Duelo y covid

Otro problema psicológico tras la pandemia ha sido la falta de una vivencia natural del  duelo ante la pérdida de un ser querido. La vivencia del duelo en solitario y la ausencia de despedidas ha supuesto la complicación de duelos que bajo otras circunstancias hubiese sido procesado con mayor normalidad.  No solo se trata de un duelo por el deceso de un ser querido, sino que también puede tratarse de la pérdida de relaciones interpersonales, el empleo, los estudios u otras oportunidades.

Miedo a la vuelta a la normalidad

Por último, cabe acotar que muchas personas también han sentido el miedo al retorno de las actividades pues generaron durante el confinamiento un nivel de seguridad en sus hogares que ahora se ve amenazado y algunos individuos prefieren incluso seguir trabajando desde casa y no enfrentarse a la vida anterior.

Covid y soledad

La profunda soledad también ha dejado secuelas sobremanera en la población de mayor edad donde la incomunicación y la dificultad a nuevas tecnologías de  la comunicación, les ha dejado expuesto a una mayor vulnerabilidad. Añadido a ello, la mayor probabilidad de enfermar y todo ello en situaciones de extrema incomunicación y falta de apoyo social.

Las personas necesitamos relaciones afectivas y contacto con otras personas  para poder tener una autoregulación correcta de las emociones, no se trata de una simple cuestión de compañía. En Psicoterapia conocemos el carácter terapéutico de la escucha en sí misma. Una escucha que destinada a prestar atención a un relato autobiográfico y poder ayudar a partir de ahí. Cuando narramos una historia, cuando contamos al otro nuestro relato, no importa tanto el hecho de qué va a hacer el otro con nuestro relato, si no que el emisor no tiene otro remedio que escucharse a sí mismo y construir un relato. Pensar y hablar no es lo mismo. Narrar al otro tiene el mágico efecto de convertir un interior ficticio y quizás alienante en un relato más cercano a la objetividad de la realidad. La pandemia nos ha dejado a todos demasiado a solas con nuestros pensamientos.

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