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Cómo se comporta una persona con Trastorno de la Personalidad por Dependencia

Publicado el 08/08/2023
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Por RP@Persum , última actualización el 29/08/2023
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Persona con Trastorno de la Personalidad por Dependencia

Estados mentales en el Trastorno de la Personalidad por Dependencia

Los pacientes dependientes presentan típicamente una oscilación entre experiencias de autoeficacia regulada por los otros y estados de vacío, inadecuación y fragilidad. Los siguientes estados mentales son representativos de estas modulaciones de la subjetividad.

El sí mismo inadecuado y frágil

Cuando se halla en este estado, la persona se siente incapaz de hacer frente a la vida por su propia cuenta. La sensación de incapacidad e inadecuación fomenta una percepción de fragilidad en la que el otro juega un papel crucial. Para poder confirmar que existe, necesita sentirse pensada y ayudada por otra persona; por lo que hay un gran temor y expectativa de abandono. Esto lleva a una sobre adecuación a los gustos y deseos de los demás como forma de obtener aceptación y orientación en la vida.

Estado de autoeficacia

Supone el otro polo de la dimensión. El dependiente se percibe seguro y competente, pero de una forma supeditada a la presencia de una relación significativa segura y estable, por lo que en el fondo sigue encontrándose una representación débil de sí mismo. En este caso, al no haber un temor al abandono inminente, el estado de dependencia es egosintónico. Mientras no haya peligro de ruptura, los síntomas permanecerán bajo el umbral.

Estado de vacío desorganizado

La amenaza de una ruptura o pérdida, más aún su consumación, puede desencadenar este estado donde se destapa la carencia de deseos activos y la persona se encuentra con un hueco que solo pudo rellenar con el criterio de otros. Esto desemboca en estados depresivos e incluso disociativos (despersonalización, desrealización, alteraciones del esquema corporal).

Estado de desbordamiento

A menudo, las diferentes relaciones significativas del paciente (pareja, amigos, familia) fomentan la persecución de objetivos diferentes simultáneamente, lo cual es muy difícil de lograr. La imposibilidad de complacer a todos hará sentir al dependiente confusión, cansancio y una baja autoeficacia, ya que no sabe cómo priorizar los objetivos. Este estado sería el opuesto al de vacío desorganizado, donde el paciente no consigue representarse metas. En los pacientes dependientes, a diferencia de los depresivos, lo que explica la dificultad para iniciar proyectos es la falta de confianza en su propio juicio en lugar de la falta de motivación.

Estado de coerción y de rebelión a la coerción

Cuando la necesidad de complacer a los demás provoca la omisión repetida y el olvido de los propios deseos (que siguen existiendo, aunque no sea consciente de ellos), puede ir formándose un sentimiento de rabia, coerción e injusticia. Si los deseos de los demás son incompatibles con los propios, la persona dependiente se sentirá obligada a conformarse y ese sentimiento de rabia crecerá, pero difícilmente será reconocido, ya que esto podría poner en peligro la relación. A menudo, la rabia no reconocida ni expresada tomará la forma de ansiedad, que es un estado más fácil de expresar al no ir dirigido a nadie en concreto ni tener componentes agresivos.

De hecho, es habitual encontrarse con una tendencia a justificar u omitir los aspectos aversivos de las relaciones y fijarse solamente en los positivos. De esta forma, la posibilidad de terminar la relación por su parte se mantiene lejana al precio de una atrofia introspectiva y crítica. Esta es una dinámica común en situaciones de maltrato.

Ciclos interpersonales disfuncionales del Trastorno de la Personalidad por Dependencia

En algunas ocasiones, el paciente puede permitirse expresar esa rabia, pero rápidamente aparecen sentimientos de culpa y temor al abandono que conducen de nuevo a la sumisión. Ahondaremos más en estos patrones relacionales a través de los ciclos interpersonales disfuncionales.

Ciclo oblativo

Como decíamos, el paciente dependiente tiene una gran habilidad para satisfacer los deseos del otro a la par que a menudo le cuesta diferenciarlos de los suyos. En cualquier caso, lo que les garantiza la continuidad de la relación es asumir los objetivos ajenos como propios, olvidando que se somete e influyendo esto al final en su propia experiencia del deseo.

Este patrón puede llevar al otro a actuar de manera controladora y coercitiva, lo que generalmente será recibido de forma egosintónica. No obstante, si esto ocurre de una forma excesiva, se puede activar el estado de rebelión a la coerción anteriormente mencionado. Si se rebela, el dependiente probablemente se sentirá culpable por hacer sufrir al otro y tratará de enmendarlo volviendo a la posición complaciente. Otra situación posible es que el otro se aleje o amenace con terminar la relación y el estado de vacío terrorífico invada al paciente, que hará lo que sea para retomar la relación.

Ciclo sado-masoquista

La rebelión al estado de coerción puede provocar en ciertos perfiles (rasgos narcisistas, límite o paranoides) una intensa reacción de resentimiento. Si el otro conoce los miedos del paciente dependiente, es probable que quiera obtener ventaja de ello a través del maltrato. Lo que permite mantener este ciclo es el hecho de que la persona dependiente entenderá que se le ha castigado de forma justa por la equivocación de su propio comportamiento, soterrando aún más los sentimientos de rabia y mostrándose aún más sumisa que antes al haber “aprendido la lección”. Al volver al status quo de la relación, el paciente se quedará con una imagen feliz de sí mismo e idealizada del otro, en una clara muestra del déficit de integración de los aspectos disonantes.

Ciclo caótico-desregulado

Cuando la persona dependiente busca confirmación afectiva y seguridad en el otro, es posible que evoque sentimientos de agobio, por lo que la otra persona tenderá a alejarse. Esto generará una mayor necesidad de proximidad en el paciente, que se lanzará de forma aún más desesperada a obtenerla. En este caso es el otro quien se sentirá coaccionado a acercarse de nuevo o a sentirse tan exigido que tome aún más distancia.

 

Fuente: Semerari, A., Dimaggio, G. (2011). Los trastornos de la personalidad: modelos y tratamiento. Desclée de Brouwer, Bilbao

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