La depresión por amor es uno de las situaciones más complejas para tratar, ya
que cuando una persona se une a otra, comparten muchos sueños y anhelos.
Cuando se da la unión entre los dos componentes de la pareja, también surgen los
planes y proyectos en conjunto, pero cuando esto termina, pareciese que la vida
se fuese a derrumbar y entonces hay que comenzar de nuevo, adaptarse a una
nueva realidad en la que la persona amada ya no está presente.
Para poder hablar de la depresión por amor, antes debemos entender el concepto amor. Entendemos por amor una fuerte inclinación emocional hacia una persona o bien, en un sentido más amplio, hacia un grupo de personas u objetos. El amor da lugar a respuestas emocionales que aumentan la motivación de la persona a buscar una pareja con la finalidad de perpetuar la especie. El amor puede ser entendido como un triángulo con tres vértices:
Es posible que una relación se rompa puesto que falla alguno (o varios) de los vértices mencionados
Sin embargo, la depresión por amor, esto es, aquellas sensaciones asociadas a una ruptura pueden llegar a ser verdaderamente dramáticas para algunas personas.
Superar una depresión por amor se torna una tarea complicada para muchas personas que solicitan ayuda psicológica. La sensación de vacío, bajo estado de ánimo, rumiación constante sobre la pérdida e incluso ideación suicida son en ocasiones síntomas asociados a una pérdida afectiva.
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En realidad, en ningún manual existe la denominación de “depresión por amor”,
pero sí se sabe que existen apegos denominados inseguros que dan paso para que la relación termine de una manera más traumática de lo normal.
Esto se debe a los componentes afectivos que están presentes en la relación de la
pareja. Esa persona, más que una pareja, se convierte en una «necesidad emocional» y
pareciese ocupar un rol más allá del vínculo afectivo.
Como toda pérdida, la ruptura de la pareja implica un duelo, ya que la otra persona
se marcha, deja de estar al lado y, en muchos casos, ni siquiera hay comunicación, lo cual pudiese exacerbar la «depresión por amor».
La vida continúa, o al menos así parece, cuando la persona logra asimilar finalmente que el otro se ha marchado y no volverá, entonces aparece la oportunidad de trazar nuevos planes y seguir adelante.
De acuerdo con Brian D. Earp, en su estudio titulado: Adictos al amor, ¿qué es la
adicción al amor y cuándo se debe tratar? , el proceso de enamoramiento puede
considerarse tal como una adicción, e indica que pude ser emocionante, pero
peligroso.
El autor destaca que cuando los sentimientos son correspondidos, la persona se
puede sentir eufórica; en otros casos, la atracción es tan fuerte que se puede seguir hasta el punto de vivir dificultades o la ruina misma.
Earp señala que algunos amantes pueden volverse distraídos, poco confiables,
irrazonables e incluso infieles. En el peor de los casos, pueden llegar a ser mortales y, cuando la relación llega a un final no deseado, se siente dolor, pena y pérdida, incluso la persona puede deprimirse y aislarse de la sociedad.
El cerebro es el órgano donde se dan las reacciones químicas asociadas al amor. La respuesta de amor está asociada tanto a ciertos neurotransmisores como a sistemas de recompensa en el sistema nervioso central:
Un autor que ha planteado una teoría general sobre el amor es Sternberg. Este autor señalaba tres componentes fundamentales en el amor: Intimidad, Pasión y Compromiso. Y plantea que las relaciones amorosas se definen por la intensidad y el equilibrio de estos elementos:
Según la combinación de estos tres elementos Sternberg hablaba de diferentes tipos de amor:
Cuando pensamos en las fases del enamoramiento se suelen indicar tres fases diferentes:
Cuando una relación de pareja llega a su final genera consecuencias a nivel emocional puesto que se pierde la perspectiva de una vida en común con lo que todo ello implica (compartir amistades, intereses, familia, etc.). No es de extrañar que en muchos de los casos se llegue a producir un cuadro de depresión tras una ruptura sentimental en el que a la persona le cuesta retomar rutinas de la vida sin pareja, le abordan sentimientos de tristeza, la falta de energía y los pensamientos negativos.
Saber encajar la ruptura es un paso fundamental para superar la situación afectiva que dicha ruptura provoca, pero no siempre es tarea fácil.
Ya hemos visto como las relaciones amorosas alteran nuestra bioquímica cerebral pero además en las relaciones de pareja se suelen generar fuertes vínculos de apego que hacen muy difícil continuar cuando dicha figura de apego se ha perdido. Se pierde una fuente importante de seguridad a la cual regresar cuando necesitamos sentirnos comprendidos y que nos aporta además de seguridad, protección y fortaleza.
Esta pérdida puede ser muy relevante en los casos en los que se da una alta dependencia emocional como pueden ser algunos trastornos de personalidad (Trastorno Límite de Personalidad, Trastorno de Personalidad por Dependencia)
Sin embargo, detrás de estos comportamientos mal llamados depresivos o «depresión por amor» se esconde muchas veces la dependencia emocional, la cual es un patrón psicológico en el que se siente la necesidad de que el otro asuma las responsabilidades de la vida de la pareja, se teme la separación, existen dificultades para tomar decisiones por sí mismo, temor de expresar sentimientos por miedo a la pérdida de apoyo o de aprobación, entre otros.
Quien sufre de dependencia emocional suele tener relaciones que no son sanas y
sus sentimientos son desmesurados, poco adaptativos, con temor de que la
relación pueda terminar en cualquier instante, aun cuando no haya pruebas en la
realidad.
La persona con apego inseguro también puede dejar de pensar en sus
necesidades y anularse a sí misma, a favor del otro, pues, tienden a ser sensibles
a la aprobación de los actos de su pareja.
La dependencia emocional en sí es un rasgo en la forma de ser que comparten varias personalidades. No solo es propio de personas con mayor grado de dependencia, sino que es fácil encontrar estados de ánimo extremadamente depresivos ante las rupturas de pareja en personas narcisistas y límites.
Precisamente el sentimiento de vacío y la angustia a la separación, hace que las rupturas se conviertan en un hecho verdaderamente traumático.
En el fondo de la dependencia emocional también se esconde una autoestima baja y un grado alto de inseguridad. Asimismo, hay temor por estar solo, lo cual afecta de manera
negativa a la relación.
En resumen, la persona con dependencia emocional presenta una autoestima
baja, tienen pocos criterios para escoger una relación de pareja, se deprimen o
sienten ansiedad, no pueden tomar decisiones por sí mismos, no asumen
responsabilidades, son inseguros, están dispuestos a obedecer, sienten temor al
rechazo, pues, tienen necesidad de agradar; les cuesta iniciar un proyecto por
iniciativa propia, falta de confianza en sus capacidades, pueden llegar a hacer
tareas que no desean, solo por mantener la relación, sienten un vacío que solo
pueden llenar con otra persona y olvidan sus propias necesidades.
Cuando hay un grado alto de independencia, la relación podría no funcionar, ya
que ambos no caminan hacia la misma dirección, por eso es importante un grado
pequeño de dependencia emocional, pero si esta se eleva demasiado, entonces la
relación no será equilibrada y la persona dependiente se sentirá inferior con
respecto al otro.
La autora Anne M. Verhallen, en su investigación sobre las rupturas de las
relaciones románticas, indica que hay un rango alto de puntajes de depresión en
una muestra de personas que recientemente habían experimentado una ruptura
de pareja. Sus resultados también mostraron que entre los efectos de
experimentar una ruptura se encuentra la “pérdida repentina” y la “falta de afecto
positivo”, los cuales se asociaron a síntomas graves de depresión.
Entre las situaciones que generalmente pueden poner fin a una relación de pareja están:
Además un factor a tener en cuenta es si la ruptura la han decidido los dos miembros de la pareja o si ha sido uno de ellos de forma unilateral el que decide romper la relación.
Es frecuente que el fin de una relación amorosa lleve asociados sentimientos de dolor, fracaso, desesperación, enfado; así como baja autoestima y dudas relativas a la capacidad de volver a amar y ser correspondido. Y estas reacciones pueden ser consideradas como normales dentro del proceso de duelo.
Cuando hablamos del duelo nos referimos a una reacción de un extremo dolor (aunque considerado normal) que se produce de forma reactiva a la ruptura de una relación.
El duelo tiene como finalidad que la persona doliente se adapte a la pérdida y esta reacción de duelo va a incluir componentes de tipo psicológico, físico y social. En el caso del duelo por ruptura existe una diferencia importante en comparación con el duelo por un fallecimiento; y es que en el duelo tras una ruptura la persona puede mantener la esperanza de retomar la relación; mientras que en un duelo por fallecimiento entendemos la muerte como algo irreversible.
Como decíamos, saber encajar la ruptura de pareja es un paso fundamental. La pérdida de la relación no necesariamente tiene que terminar generando una depresión por amor, siempre y cuando se sepa elaborar la pérdida y para ello es fundamental entender ésta como un proceso de duelo en el que la persona debe pasar por las diferentes fases para asegurar una adecuada resolución de la ruptura.
Si la persona atraviesa las diferentes etapas del duelo tras la ruptura diremos que ha resuelto de forma adecuada la pérdida. Pero si no lo hace la situación emocional se puede complicar dando lugar a un cuadro depresivo, con las siguientes características:
El primer paso para superar la depresión por amor, o mejor dicho: el apego inseguro en relación a los otros y la dependencia emocional, es reconocer lo que ocurrió y hacerse consciente de que se es una persona con dependencia.
Una recomendación es redactar una lista de cosas que se hacen por amor y que
no perjudican a la persona, así como otra lista de aquellas cosas que se toleran
por “amor” para analizar si influyen de forma positiva en la salud.
Finalmente, la mejor recomendación es buscar ayuda profesional para lograr salir
de una relación, especialmente si esta ha sido «tóxica», ya que estos profesionales
se encuentran capacitados para implementar técnicas en personas con baja
autoestima, para mejorar sus habilidades sociales o hacer una reestructuración
cognitiva y lidiar mejor con la situación.
Es importante que el paciente reconozca y trabaje en su rasgo dependiente,
fortaleciendo su autoestima y disminuyendo la dependencia emocional que siente
hacia los demás, apoyándose en sus logros y sus propios éxitos. Todo ello será
posible si se trabaja para tener una dependencia que sea equilibrada y no genere
malestar a la persona que la sufre, ni a la pareja o la relación en sí, ya que
muchas relaciones terminan cuando el otro componente no soporta la presión de
la persona que es dependiente.