Las personas aquejadas de trastorno bipolar pasan de la euforia más intensa a la depresión más profunda; presentan por lo tanto una descompensación en los mecanismos que regulan el estado de ánimo.
El trastorno bipolar antiguamente se conocía con el nombre de psicosis maniaco-depresiva.
Las personas aquejadas de trastorno bipolar pasan de la euforia más intensa a la depresión más profunda; presentan por lo tanto una descompensación en los mecanismos que regulan el estado de ánimo.
Lo que trataremos de exponer qué significa exactamente padecer un trastorno bipolar, que subtipos hay, cómo se manifiesta el trastorno así como qué opciones terapéuticas tenemos a nuestro alcance, tanto a nivel farmacológico como en psicoterapia.
Tabla de contenidos
Por contraposición a los trastornos unipolares como la depresión que implican únicamente fases depresivas; el trastorno bipolar implica al menos una fase maníaca, hipomaníaca o mixta (mezcla de síntomas depresivos y maníacos/hipomaníacos).
El trastorno bipolar es un trastorno crónico y recurrente que se caracteriza por la alternancia de episodios de exaltación con euforia y/o irritabilidad denominados “manías”, con episodios depresivos y períodos de estabilidad o asintomáticos.
Para poder realizar un diagnóstico de trastorno bipolar el clínico tiene que haber objetivado la presencia de periodos de tiempo en los que el paciente se haya mostrado claramente eufórico, irritable o acelerado.
El inicio de la fase maníaca puede ser vivenciado por el paciente como algo agradable, por eso no es extraño que en esta fase no busquen tratamiento dado que a menos que el entorno se percate del cambio en el estado de ánimo ellos refieren sentirse bien.
La diferencia entre fase maníaca e hipomaníaca puede ser algo difusa.
Un aspecto diferencial suelen ser los síntomas psicóticos que suelen estar presentes en la manía pero ausentes en la hipomanía. También la necesidad de hospitalización suele ser menor en el caso de un estado hipomaníaco que en el caso de un estado maníaco.
Por tanto podríamos decir que la hipomanía presenta síntomas similares a los de la manía pero más atenuados.
Se componen por una mezcla de síntomas depresivos y maníacos/hipomaniacos, entre ellos:
Entre los trastornos bipolares se suelen diferenciar especialmente dos subtipos, el Trastorno bipolar tipo I y el Trastorno bipolar tipo II. Lo que determina el subtipo de trastorno bipolar es la intensidad de los síntomas.
El trastorno bipolar I se define por la aparición de al menos un episodio de manía o mixto.
No siendo imprescindible para el diagnóstico la existencia de episodios depresivos, aunque éstos se dan en la gran mayoría de pacientes. Es relativamente frecuente que en los casos de trastorno bipolar tipo I aparezcan delirios y también pueden observarse en algunos casos alucinaciones.
El trastorno bipolar tipo I suele tener su inicio en la juventud (25 años aproximadamente), en los hombres hay mayor tendencia a que se inicie con un episodio maníaco; mientras que en las mujeres la tendencia es que se inicie con un episodio depresivo.
Cuando la persona no está siguiendo un tratamiento psicofarmacológico, suele pasar de una fase maníaca a otra depresiva; siendo ambas fases de la misma intensidad.
El trastorno bipolar II requiere la existencia de episodios depresivos mayores y episodios hipomaníacos (como mínimo uno de cada polo, aunque suelen darse varios episodios).
En el trastorno bipolar tipo II las fases hipomaníacas son menos intensas que las fases maníacas del trastorno bipolar tipo I, por eso los pacientes con trastorno bipolar tipo II precisan de menos ingresos que los tipo I.
Los síntomas psicóticos también son menos frecuentes en pacientes con trastorno bipolar tipo II que en trastorno bipolar tipo I.
Aunque pueda parecer menor grave que el trastorno bipolar tipo I, las personas con trastorno bipolar tipo II tienden a presentar más recaídas y a pasar más tiempo en fase depresiva.
La bipolaridad se manifiesta a través de episodios recurrentes de manía/hipomanía y depresión.
Además si durante un año la persona experimenta 4 o más episodios de cualquiera de los polos (manía/hipomanía o depresión) diremos que estamos ante un caso de ciclador rápido.
La bipolaridad también se puede manifestar siguiendo un patrón estacional, así ciertos pacientes tienden a presentar los episodios correspondiendo con una época concreta del año.
Se apunta en este sentido que los factores meteorológicos tienen su influencia sobre los mecanismos que regulan el estado de ánimo. Un patrón estacional frecuente sería: depresión en primavera, manía/hipomanía en verano y nueva depresión en otoño.
La causa del trastorno bipolar estaría en el mal funcionamiento de mecanismos bioquímicos encargados de regular el estado de ánimo.
Los mecanismos encargados de regular el estado de ánimo se localizan en el sistema límbico. El funcionamiento del sistema límbico depende por un lado de factores biológicos (determinados por factores genéticos) y depende también de factores ambientales.
Las personas con trastorno bipolar tendrían un sistema límbico más vulnerable frente a fuentes de estrés ambiental que haría que se desarrollase el trastorno.
Las fuentes de estrés ambiental pueden ser de varios tipos:
Pero los factores psicosociales no sólo influyen precipitando el desarrollo del trastorno bipolar, sino que también pueden funcionar como factores protectores, por ejemplo: buenas relaciones familiares, y buen apoyo social de amistades contribuyen a la evolución del trastorno bipolar.
Se estima que nueve de cada diez pacientes que presentan un trastorno bipolar presentan de forma asociada un trastorno de ansiedad.
Siendo además frecuente que los síntomas de ansiedad se presenten antes que el trastorno bipolar.
Además la ansiedad actúa también como un factor de riesgo que puede incrementar las muertes por suicidio en el caso de los pacientes con trastorno bipolar.
Igualmente si existe ansiedad hay menor probabilidad de respuesta al tratamiento. Por lo tanto para planificar el tratamiento y controlar la respuesta al mismo es necesario especificar la presencia y la gravedad de la ansiedad.
El Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5) señala la importancia de la ansiedad en el trastorno bipolar, al apuntar que para realizar el diagnóstico de trastorno bipolar se debe explorar la existencia de ansiedad; para determinar que existe ansiedad asociada al trastorno bipolar deben presentarse dos o más de los síntomas siguientes:
Cuando el trastorno bipolar se presenta de forma asociada con un trastorno de personalidad como el trastorno narcisista de la personalidad, el trastorno histriónico de la personalidad, el trastorno límite de la personalidad o el trastorno antisocial de la personalidad suele haber una aparición más temprana del trastorno bipolar, así como mayor severidad en sus síntomas, intensos de suicidio, mayor número de hospitalizaciones y mayor frecuencia de autolesiones.
El trastorno bipolar presenta una asociación relevante con el Trastorno Límite de la Personalidad, siendo que aproximadamente el 20% de pacientes diagnosticados de trastorno bipolar se diagnostican de trastorno límite de la personalidad.
También es cierto que en muchas ocasiones un diagnóstico de Trastorno bipolar, en realidad hablamos de una labilidad emocional propia de un fallo en la regulación de las emociones propias de algunos trastornos de la personalidad.
El objetivo general del tratamiento (tanto farmacológico como psicológico), al tratarse de un trastorno crónico y recurrente es disminuir la intensidad de los episodios maníacos y depresivos; así como disminuir las consecuencias psicosociales negativas asociadas a dichos episodios.
El tratamiento generalmente más empleado en el trastorno bipolar es un estabilizador del estado de ánimo conocido como litio. Aunque también en otras ocasiones se han empleado el valproato y la carbamazepina.
Si se opta por el tratamiento mediante litio, el psiquiatra encargado del paciente realizará con cierta frecuencia litemias (análisis para comprobar que los niveles de litio son los adecuados y evitar efectos secundarios indeseados)
La psicoeducación respecto al trastorno bipolar tiene como objetivo ayudar a que los pacientes identifiquen los pródromos (síntomas iniciales) y que aumenten su adherencia al tratamiento psicofarmacológico.
La psicoeducación constituye uno de los abordajes fundamentales que es necesario implementar junto con la medicación.
Respecto a la identificación de pródomos, se ha visto que algunos de los síntomas iniciales que inician un episodio afectivo son los siguientes:
Que el paciente sea capaz de identificar los pródromos se convierte en fundamental para realizar ajustes en el tratamiento y prevenir que el episodio sea muy agudo. A veces puede ser necesario recurrir a la hospitalización del paciente para garantizar su adecuada estabilización.
Ambas hacen un acercamiento a los trastornos de la personalidad en los que se enfatizan aspectos como la regulación emocional, poniendo el foco en los aspectos afectivos del trastorno y ayudando al paciente a gestionar emociones dolorosas o difíciles de manejar. Entendiendo que el trastorno bipolar es un trastorno de las emociones, resultaría adecuado aplicar estas terapias con la finalidad de que el paciente identifique estados emocionales y aprenda a regularlos.
Es fundamental que los familiares y amigos de la persona con trastorno bipolar sepan responder de forma adecuada a la situación de la persona.
Para poder ayudar mejor conviene: