La anorexia nerviosa es un trastorno de la conducta alimentaria caracterizado por la restricción de la ingesta alimentaria de forma voluntaria, provocando una considerable pérdida de peso, que en casos graves puede llegar a generar cuadros severos de desnutrición.
Esta pérdida de peso es buscada por la propia persona restringiendo su alimentación, incrementando el ejercicio físico (incluso llevando a cabo un ejercicio físico intenso)o utilizando laxantes y diuréticos, así como vómitos tras las ingestas.
Estas conductas están promovidas por el temor a aumentar de peso. Incluso ante un peso corporal normal.
Las personas que padecen anorexia, rechazan mantener el peso corporal igual o por encima del valor mínimo normal considerando la edad y la talla (p. ej., pérdida de peso que da lugar a un peso inferior al 85 % del esperable, o fracaso en conseguir el aumento de peso normal durante el período de crecimiento, dando como resultado un peso corporal inferior al 85 % del peso esperable).
Bajar de peso es la motivación que les mueve y es generador de identidad.
Esta disminución del peso provoca diferentes problemas de salud, como:
Cuando observemos que alguien de nuestro entorno presenta algunos de los siguientes síntomas incipientes en un cuadro de anorexia, es necesario recomendarle acudir a un especialista en salud mental para que lleve a cabo una evaluación psicológica:
En la anorexia nerviosa, cuanto antes se realice el diagnóstico y el tratamiento, mejor
será la evolución del cuadro.
La anorexia nerviosa puede afectar a cualquier persona, pero es más frecuente que afecte a las mujeres jóvenes, especialmente entre los 12 y los 21 años. También existen casos en chicos adolescentes, pero es mucho menos frecuente.
La causa de este trastorno alimentario es desconocida, pero existen una combinación de factores biológicos, sociales y psicológicos que funcionan como factores de riesgo de sufrir anorexia nerviosa.
Los factores biológicos ejercen su influencia en la heredabilidad de algunos rasgos de personalidad como son el perfeccionismo y la elevada sensibilidad.
Dentro de los factores sociales se encuentran los cánones de belleza de nuestra cultura, la presión de grupo en cuanto a la apariencia física y los mitos en cuanto al “cuerpo perfecto”.
Por último, en los factores psicológicos, cabe señalar la personalidad obsesiva o con rasgos narcisistas en su personalidad como factor de riesgo de padecer anorexia.
Las personas con esta personalidad tienen más facilidad para ceñirse a lo que ellos creen que deben hacer, ignorando el malestar que les puede generar tanto a nivel de sensaciones corporales como el hambre o la debilidad, como de emociones negativas como la ansiedad o la tristeza. Además, la tendencia al perfeccionismo hace que nunca lleguen a percibirse lo suficientemente bien, por lo que mantienen estas conductas.
El diagnósticos y tratamiento en la anorexia para conseguir resultados exitosos ha de estar orientado por la de la personalidad de la paciente que sufre anorexia.
Aunque es cierto que existe una percepción distorsionada de la imagen corporal, a través de esa nueva imagen corporal se alcanza una identidad que aumenta la sensación de estima en la paciente. Un peso saludable les devuelve a la «normalidad» temida. La cantidad de alimento que se ingiere se convierte en el núcleo central alrededor del cual gira la vida de la persona.
La población de mayor riesgo son las mujeres jóvenes, aunque actualmente está incrementando el número de casos en hombres jóvenes.
Todo esto tiene que ver con las presiones sociales y las “modas” en cuanto a la estética de los adolescentes.
Las personas jóvenes habituadas a hacer dietas de adelgazamiento tienen mayor riesgo de desarrollar un trastorno de la conducta alimentaria, ya que las sensaciones de hambre y el hábito de controlar los alimentos, cambia la forma de relacionarse con la comida y les perpetúa en un ciclo de necesidad de control.
Los acontecimientos vitales estresantes también pueden facilitar el surgimiento de un trastorno de la conducta alimentaria por los cambios emocionales que conllevan. En muchos casos, el control de las ingestas es un desplazamiento del deseo de control de otras áreas de la vida de la persona que se le escapan de las manos.
En los casos más graves, el tratamiento de la anorexia nerviosa puede requerir la hospitalización, por una parte, para la estabilidad física del paciente y por otra para reintroducir hábitos alimentarios saludables.
Los programas de tratamiento en anorexia han de incluir a la terapia familiar pues es la más avalada por los estudios científicos en el caso de pacientes adolescentes.
Involucrar a toda la familia en el tratamiento es algo positivo ya que se le ayudará a manejar adecuadamente su alimentación a la vez que se refuerzan los vínculos familiares.
Con pacientes adultos se utilizan terapias integradoras, en las que se trabajan las distorsiones cognitivas en torno a la alimentación y el miedo a aumentar de peso, se realizan programas de renutrición y mejora de hábitos y se atiende a aspectos de la personalidad como los rasgos compulsivos, para evitar recaídas.
También se trabaja desde la perspectiva de la terapia de grupo, con programas de tratamiento basados en los grupos de apoyo, donde los pacientes se sientan comprendidos y no juzgados, y donde puedan aprender de las estrategias de afrontamiento de otras personas afectadas.
El tratamiento farmacológico se utiliza para manejar los síntomas de ansiedad y depresión que pueden acompañar al trastorno de la alimentación.
La mejor ayuda para un familiar con anorexia nerviosa, es apoyarle para que acuda a tratamiento.
Evita que las conversaciones se restrinjan al tema de la alimentación o del aspecto físico, en su lugar demuéstrale que tu preocupación se centra en su salud y en su bienestar.
Es importante que tu familiar o amigo sepa que estás dispuesto a ayudarle sin juzgarle.
Los primeros síntomas de la anorexia suelen ser una mayor preocupación por el aspecto físico, mirándose más en los espejos, hablando más de ello, comparándose…
También es frecuente que comience una pequeña restricción alimentaria o una disminución de la cantidad de comida ingerida.
Las personas con anorexia nerviosa suelen evitar comer en público y decir frecuentemente que no tienen hambre.
Además, el carácter también tiende a cambiar, volviéndose la persona más encerrada en sí misma, más irascible, perdiendo interés en las cosas que antes le importaban.
Si un familiar presenta estos síntomas es importante que acuda a un Psicólogo para ser evaluado.
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