No es un miedo “normal” sino que la persona que padece una fobia puede llegar tener una vida muy limitada que le puede llevar incluso a tener que recluirse permanentemente en su domicilio durante mucho tiempo.
Ante la presencia o incluso solo la imaginación del estímulo fóbico( perro, araña, volar…) la persona siente una altísima ansiedad física y mental. Esta intensa sensación de miedo provoca que el sistema nervioso autónomo desencadene gran cantidad de síntomas tales como la taquicardia, sudoración excesiva, presión en el pecho o el aumento de la presión sanguínea se ven acompañadas de cogniciones (pensamientos) exageradas (catastrofizaciones) y de una conducta de evitación hacia el estímulo que causa la fobia. Esta conducta de evitación mantiene la existencia del trastorno fóbico en el tiempo al no permitir que la persona compruebe (reestructure) lo exagerado de sus pensamientos.
Se trata de un miedo intenso hacia objetos, animales o situaciones concretos que se perciben de forma irracional como exageradamente peligrosas o amenazantes.
Fobia y miedo no son lo mismo. El miedo es una emoción básica que, en su justa medida, es adaptativa y su función es protegernos de los peligros. La fobia, en cambio, se caracteriza por ser un miedo desadaptativo, porque es irracional y excesivamente intenso, y por ello su función es patológica.
La emoción del miedo nos ha llegado a través de la evolución y la compartimos con todas las especies animales que poseen sistema límbico (aves y mamíferos). Nos sirve como defensa. Ante situaciones de peligro, activa nuestro sistema de lucha o huida y nos permite sobrevivir. Cuando el miedo es muy intenso, también puede paralizarnos, lo cual puede ser ventajoso en algunas situaciones donde la lucha o la huida supondrían un riesgo mayor que la inacción.
Aquellos que nos hacen percibir peligros donde objetivamente no existen o son mucho menores de lo percibido.
Palabra derivada de Fobos, en griego antiguo Φόϐος, «pánico», hijo de Ares y Afrodita en la mitología griega, la personificación del miedo.
Un miedo intenso hacia objetos o situaciones concretas que se perciben de forma irracional como exageradamente peligrosas o amenazantes. Por ejemplo, a volar, a las tormentas, a las inyecciones, a los perros… Se considera un Trastorno de Ansiedad.
Se consideran tres vías de adquisición de fobias: por condicionamiento directo, esto es, cuando vivimos una experiencia traumática que nos marca y asociamos un objeto o una situación a una emoción intensa como miedo o asco; por experiencia vicaria, o sea, cuando vemos que otra persona sufre una experiencia amenazante o peligrosa; y, por último, cuando no hemos sido testigos, pero nos cuentan algo impactante que nos impresiona de forma exacerbada.
Hay personas que por sus experiencias tempranas en ambientes permanentemente ansiógenos poseen una amígdala especialmente reactiva (parte emocional) y unos lóbulos frontales (parte racional) poco capaces de calmarla, siendo para estas personas muy habitual la experiencia del miedo y la falta de habilidades para regularlo, lo cual las hace propensas a sufrir fobias. A partir de cuatro fobias específicas, se debe barajar el diagnóstico de Trastorno de Ansiedad Generalizada.
Criterios diagnósticos para fobia específica, según el manual estadístico de los trastornos mentales:
Las fobias pueden desplegar una gran cantidad de síntomas, tanto emocionales como cognitivos, fisiológicos y conductuales.
Entre otros síntomas, podemos sentir: miedo, ansiedad, llanto, temblores, sensación de ahogo, pensamientos absolutistas y catastrofistas, evitación persistente del estímulo fóbico, agitación, deseos de huir, agresividad, irritabilidad, sobresaltos, gritos, pérdida de control de impulsos, angustia, pánico, asco…
Existen básicamente dos categorías de fobias: las fobias específicas y la fobia social (también llamada Trastorno de Ansiedad Social).
Las fobias específicas se dividen a su vez en cuatro grupos principales: fobias a los animales (arañas, insectos, perros…), a entornos naturales (el mar, tormentas, alturas…), a la sangre-inyecciones-daño (agujas, procedimientos médicos, heridas, dolor…) y fobias situacionales (aviones, ascensores, sitios cerrados…). Habría un quinto grupo de fobias sin clasificar, por considerarse más raras, como a los vómitos, a los payasos, etc.
Por último, la Agorafobia es un tipo especial de fobia que se da cuando la persona teme no poder escapar de alguna situación donde pedir ayuda puede ser lento o difícil, como ocurre en los transportes públicos, las autopistas, el campo abierto, hacer colas o perderse entre multitudes, o simplemente estar solo y lejos de casa.
Fobia social
Fobia a las arañas
Fobia a conducir
Fobia a hablar en publico
Fobia a la gente
Fobia a la muerte
Fobia a la noche
Fobia a la oscuridad
Fobia a la sangre
Fobia a las abejas
Fobia a las avispas
Fobia a las cucarachas
Fobia a las agujas
Fobia a las alturas
Fobia a las arañas
Fobia a las enfermedades
Fobia a las mujeres
Fobia a las multitudes
Fobia a las palomas
Fobia a las personas
Fobia a las ratas
Fobia a las serpientes
Fobia a los animales
Fobia a los bichos
Fobia a los espacios abiertos
Fobia a los gatos
Fobia a los gérmenes
Fobia a los globos
Fobia a los hombres
Fobia a los insectos
Fobia a los pájaros
Fobia a los perros
Fobia a los ratones
Fobia los ruidos
Fobia a los tiburones
Fobia los títeres
Fobia a salir a la calle
Fobia a mucha gente
Fobia a salir de casa
Fobia a volar
Fobia al agua
Fobia al sexo
Fobia al trabajo
Fobia al vomito
Fobia a bañarse
Fobia a caerse
Fobia a caminar
Fobia a comer en publico
Fobia a cruzar la calle
Fobia a dormir
Fobia a enfermedades
Fobia a la comida
Fobia a la sangre
Fobia a la suciedad
Fobia escolar
Fobia a los payasos
Fobia a la oscuridad
Fobia a estar solos
Fobia a los ruidos fuertes
Ansiedad por separación
Fobia a los botones
Fobia a los circulos
Fobia-miedo a las palabras largas
Fobia-miedo a los agujeros
Fobia a los extranjeros
Fobia a los pies
Fobia a los puntos
Como explicaciones sobre las causas de las fobias podemos encontrar dos grupos de hipótesis diferentes.
– Hipótesis asociativas:
Según estas hipótesis las fobias se adquieren por tres posibles vías; bien una experiencia directa traumática con el estímulo que desde ese momento pasa a ser fóbico. Esta forma de adquisición seguiría los principios del condicionamiento clásico. Pero las fobias también se pueden adquirir por experiencia indirecta, bien a través del aprendizaje vicario (observando el miedo de una persona ante un estímulo); bien a través de la transmisión de información (los seres humanos somos contadores de historias y entre ellas transmitimos experiencias desagradables con estímulos que pueden hacer que el oyente adquiera también cierta aversión a esos estímulos sin haberlos experimentado directamente)
– Hipótesis no asociativas:
El cerebro parece estar listo para desarrollar ciertos miedos y los seres humanos estamos biológicamente predispuestos a aprender y asociar el miedo con estímulos externos que han representado una amenaza para la supervivencia de la especie a lo largo de su historia evolutiva.
Trauma proviene del griego y significa herida. Un trauma aparece cuando la persona ha sido expuesta a una situación de amenaza real o a un daño potencial que puede ser físico o psicológico.
En muchas ocasiones el trauma va acompañado de fobias, entendidas estas como un miedo condicionado a ciertos estímulos que estaban presentes durante el evento traumático. Por ejemplo tras un grave accidente de tráfico se puede desarrollar una fobia a conducir de nuevo o una fobia a las chaquetas blancas porque era el color de la bata que llevaba el médico que realizó la atención médica.
Las fobias y las obsesiones se pueden presentar juntas como parte de un mismo cuadro clínico.
Las obsesiones son ideas intrusivas que se pueden presentar como irracionales. Dentro de las obsesiones hay un grupo denominadas fobias de impulsión en las que las ideas
recurrentes se relacionan con la posibilidad de perder el control o hacer daño a alguien o a uno mismo. Son ideas ajenas a la voluntad de la persona. Como forma de compensar esas ideas, la persona puede realizar conductas compulsivas para protegerse o proteger a los demás.
Diferenciar la ansiedad, los miedos y las fobias puede resultar complejo.
El miedo es una de las emociones básicas del ser humano. En algún momento de nuestra vida todos hemos experimentado miedo a algo. De hecho en los primeros años de vida es frecuente que los niños presenten miedos evolutivos (propios de la edad) que tienden a desaparecer a medida que el niño crece. Los niños están programados para sentir miedo ante estímulos como un mecanismo de protección; por ejemplo el miedo a las alturas en los niños que están empezando a caminar.
La ansiedad es una respuesta fisiológica que surge cuando necesitamos actuar o responder ante ciertas situaciones. La ansiedad también es una respuesta adaptativa como el miedo; es decir: nos resulta útil experimentar ansiedad porque prepara al cuerpo para dar una respuesta.
En el caso de la fobia el miedo y la ansiedad que se experimentan han superado la capacidad de la persona de hacerle frente y además genera una interferencia notable en el
funcionamiento habitual de la persona limitándole para su desempeño en la vida cotidiana.
Las fobias y los ataques de pánico no son lo mismo, aunque sí comparten la aparición de activación fisiológica en forma de ansiedad.
En el pánico lo que se experimenta es un aumento de la ansiedad de forma súbita e inesperada; acompañado del deseo de la persona de abandonar la situación. Se da un temor a no poder escapar de la situación y lo más destacable es la activación fisiológica que lleva asociada en forma de:
– Palpitaciones, sacudidas del corazón o elevación de la frecuencia cardiaca.
– Sudoración
– Temblores o sacudidas
– Sensación de ahogo o falta de aliento
– Sensación de atragantarse
– Opresión o malestar torácico
– Nauseas o molestias abdominales
– Inestabilidad, mareo o desmayo
– Desrealización (sensación de irrealidad) o despersonalización (estar separado de uno
mismo)
– Miedo a perder el control o volverse loco
– Miedo a morir
– Sensación de entumecimiento u hormigueo
– Escalofríos o sofocaciones
La fobia es más bien un miedo o ansiedad por un objeto o situación específica. Aunque bien es cierto que las personas con fobias específicas pueden experimentar ataques de pánico cuando se enfrentan con la situación o el objeto temido.
Como principal consecuencia de las fobias está la limitación en la funcionalidad diaria de la persona que evitará todas aquellas situaciones generadoras de ansiedad fóbica. Esto va a ser más o menos importante en función de la fobia; así por ejemplo no es lo mismo experimentar fobia a volar en alguien que por trabajo debe usar de manera regular este medio de transporte; que en alguien que no se plantea a corto plazo tener que hacer uso de este medio de transporte. La primera persona verá más limitado su desempeño que la segunda.
Para el tratamiento de las fobias se comienza por una adecuada evaluación del caso concreto, tratando de determinar el tipo de fobia (fobia simple, fobia social, etc.) y viendo la amplitud de la fobia (por ejemplo en la fobia simple, averiguar si la fobia es ante uno o varios estímulos).
También considerar el grado de limitación de la funcionalidad de la persona para ver hasta qué punto la fobia está afectando a su vida cotidiana.
En Psicología contamos con tratamientos empíricamente validados para el tratamiento de fobias, el principio terapéutico común que rige estos tratamientos suele ser la exposición progresiva al estímulo temido frente a otras técnicas que también suponen la exposición pero de forma no graduada (como la inundación o implosión)
La desensibilización sistemática es una técnica de modificación de conducta que se aplica al tratamiento de las fobias, siendo considerada como uno de los tratamientos más eficaces. El objetivo de la desensibilización sistemática es reducir tanto las respuestas de ansiedad como las respuestas de evitación ante el estímulo fóbico.
El principio fundamental de la desensibilización sistemática se basa en entrenar a la persona en una respuesta incompatible con la ansiedad, generalmente se realiza entrenamiento en relajación. El procedimiento de la desensibilización sistemática se compone de cuatro pasos:
1. Entrenamiento en relajación: se enseñan técnicas de relajación progresiva o respiración diafragmática.
2. Construcción de una jerarquía de exposición: realizar un listado de situaciones generadoras de ansiedad y ordenarlas según el grado de ansiedad que producen.
Normalmente se utilizan jerarquías de 0 a 100 donde el 0 representa nada de ansiedad y el 100 la máxima ansiedad experimentada.
3. Práctica en imaginación: el paciente imagina la escena, y el terapeuta le pregunta sobre detalles la escena para ver la capacidad de imaginación.
4. Exposición propiamente dicha: recurriendo a la jerarquía, el paciente se va exponiendo progresivamente a situaciones que cada vez sean más generadoras de ansiedad. Al
miso tiempo que se expone a la situación generadora de ansiedad se instruye a la persona para que lleve a la práctica la realización de la relajación.
La introducción de la realidad virtual en los tratamientos psicológicos ha supuesto una novedad que se ha comenzado a emplear con fines terapéuticos recientemente.
En el caso de las fobias, contar con dispositivos de realidad virtual permite que la exposición sea más realista que la que se lleva a cabo en imaginación por ejemplo. Además permite al clínico poder valorar in situ las respuestas de ansiedad que experimenta la persona ante la exposición a situaciones cada vez más generadoras de ansiedad. E igualmente permite que el clínico adapte el tratamiento en función de dichas respuestas.
Pensando en los niños y en lo adolescentes, la realidad virtual también parece una forma de exposición a situaciones generadoras de ansiedad más atractiva que la desensibilización sistemática o la exposición que se vienen utilizando en la práctica clínica desde hace décadas.
Las fobias se expresan con sintomatología ansiosa asociada, pero muchas veces las fobias tienen en su base una constitución o estilo de personalidad que es lo que puede estar
generando las características propias de una fobia. Para poder tratar correctamente la fobia en este caso, procede realizar un estudio de la personalidad del sujeto y trabajar con el estilo de personalidad que presenta.
Así por ejemplo ocurre con la personalidad evitadora o dependiente, que suelen expresarse frecuentemente a través de trastornos de ansiedad.
Generalmente el tratamiento indicado para las fobias específicas es la psicoterapia pero se pueden emplear fármacos para algunos casos. Entre estos fármacos que se emplean están:
– Betabloqueantes: bloquean efectos de la adrenalina.
– Benzodiacepinas: reducen el nivel de ansiedad experimentada y ayudan a relajarse.
La forma de evitar las fobias suele ser recurrir al tratamiento temprano de aquellos miedos irracionales que nos damos cuenta que de alguna forma están limitando o afectando nuestro desempeño en la vida cotidiana. Todo ello con el fin de evitar que las fobias se prolonguen en el tiempo y se puedan complicar.
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