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Fobia social

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La fobia social es un miedo intenso a ser evaluado negativamente por los demás ante situaciones sociales como hablar en público, llamar por teléfono, hablar con desconocidos.
La persona fóbica siente una intensa ansiedad física y mental que le lleva a evitar este tipo de situaciones. La evitación hace que su forma de pensar incorrecta respecto a los demás (“van a pensar algo malo de mí”) y su comportamiento ansioso perduren en el tiempo.
Publicado el 13/02/2018.
Por Esther Blanco , última actualización el 06/11/2019
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En la clínica Persum somos psicólogos especialistas en el tratamiento de la ansiedad en Oviedo, Asturias. Solicite una cita o cuéntenos en qué podemos ayudarle.

Superar la ansiedad de forma definitiva es posible si conocemos las causas por las que la padecemos

Cuando una persona se encuentra con la posibilidad de entrar en una situación temida, suele experimentar anticipaciones de que no sabrá desempeñarse y manifestará signos de ansiedad, lo cual le conducirá a ser evaluada negativamente y a sufrir consecuencias como la humillación o rechazo por parte de los demás o ser considerada inferior.

Si anticipa consecuencias muy negativas, la persona tenderá a evitar la situación. Si no llega a este punto y la evitación es posible, las anticipaciones negativas producirán una ansiedad más o menos marcada según cómo uno crea que se va a desempeñar en la situación, la importancia que da a las consecuencias previstas y la proximidad y otras características de la situación. En ocasiones, la persona puede darse cuenta antes de ciertos aspectos de la ansiedad (sudor, temblor, cosquilleos en el estómago, dificultades para pensar, problemas para respirar) que de sus anticipaciones negativas.

Una vez en la situación temida, la persona suele centrar la atención en sí misma más que en la actividad social realizada, tal como seguir una conversación o dar una charla. La atención se dirige hacia los síntomas físicos de ansiedad (especialmente los visibles como ponerse rojo, temblar, sudar, dolor de estómago, respiración entrecortada), los pensamientos negativos que pasan por la cabeza (qué piensan los otros de mí, qué imagen estoy dando), los errores cometidos (una frase considerada inadecuada, un pequeño bloqueo) y las reacciones negativas de los otros o interpretadas como negativas (por ejemplo, fruncimiento del ceño, silencios, miradas, desacuerdos). Al mismo tiempo se dejan de percibir o se minusvaloran los logros propios y las reacciones positivas o neutrales de los demás.

 

La fobia social es un miedo intenso a ser evaluado negativamente por los demás. En la Clínica Persum le ofrecemos tratamientos orientados por su personalidad.A partir de esta atención centrada en uno mismo, las personas van formándose una impresión de cómo creen que son percibidas por los otros. De este modo, creen que el modo en que se sientes y perciben es el modo en que son percibidos. Sin embargo esta impresión no suele ser realista, sino que supone una exageración negativa de determinadas características o aspectos personales o de su importancia.

La atención centrada en sí mismo y la impresión errónea resultante intensifican la ansiedad y las anticipaciones negativas, lo cual mantiene o refuerza las conductas defensivas, aquellas tendentes a minimizar la ansiedad y prevenir las supuestas consecuencias negativas anticipadas (beber alcohol, llevar gafas oscuras, hablar poco, comer o beber poco o no comer). Con las conductas defensivas o la evitación, se reduce o previene temporalmente la ansiedad y la persona cree que minimiza o evita la ocurrencia de consecuencias negativas (crítica, rechazo, manifestar ansiedad delante de los otros). Sin embargo, el efecto principal es el mantenimiento de la ansiedad y de las anticipaciones negativas, lo cual a su vez, vuelve a reforzar la evitación y las conductas defensivas.

Las conductas defensivas, la atención centrada en sí mismo y la ansiedad pueden interferir con la actuación de la persona en la situación social. Aparece así una actuación insatisfactoria subjetiva (que implica normalmente una minusvaloración de la propia actuación) y, a veces, también real: conversación sosa, bloqueos, incoherencias, voz temblorosa, menor cordialidad, etc. A la baja actuación puede contribuir también un déficit de las habilidades sociales requeridas para desenvolverse en la situación.

Qué es la fobia social

De entre todas las fobias, la fobia social es un miedo intenso, que puede llegar a ser paralizante, ante la perspectiva de ser evaluado negativamente por parte de los demás en situaciones sociales tales como hablar en público, conversar con desconocidos o incluso llamar por teléfono.

Cómo funciona la fobia social

Cuando una persona se encuentra con la posibilidad de entrar en una situación temida, suele experimentar anticipaciones de que no sabrá desempeñarse y manifestará signos de ansiedad, lo cual le conducirá a ser evaluada negativamente y a sufrir consecuencias como la humillación o rechazo por parte de los demás o ser considerada inferior.
A partir de esta atención centrada en uno mismo, las personas van formándose una impresión de cómo creen que son percibidas por los otros.
Si anticipa consecuencias muy negativas, la persona tenderá a evitar la situación. Si no llega a este punto y la evitación es posible, las anticipaciones negativas producirán una ansiedad más o menos marcada según cómo uno crea que se va a desempeñar en la situación, la importancia que da a las consecuencias previstas y la proximidad y otras características de la situación. En ocasiones, la persona puede darse cuenta antes de ciertos aspectos de la ansiedad (sudor, temblor, cosquilleos en el estómago, dificultades para pensar, problemas para respirar) que de sus anticipaciones negativas.

Una vez en la situación temida, la persona suele centrar la atención en sí misma más que en la actividad social realizada, tal como seguir una conversación o dar una charla. La atención se dirige hacia los síntomas físicos de ansiedad (especialmente los visibles como ponerse rojo, temblar, sudar, dolor de estómago, respiración entrecortada), los pensamientos negativos que pasan por la cabeza (qué piensan los otros de mí, qué imagen estoy dando), los errores cometidos (una frase considerada inadecuada, un pequeño bloqueo) y las reacciones negativas de los otros o interpretadas como negativas (por ejemplo, fruncimiento del ceño, silencios, miradas, desacuerdos). Al mismo tiempo se dejan de percibir o se minusvaloran los logros propios y las reacciones positivas o neutrales de los demás. A partir de esta atención centrada en uno mismo, las personas van formándose una impresión de cómo creen que son percibidas por los otros. De este modo, creen que el modo en que se sientes y perciben es el modo en que son percibidos. Sin embargo, esta impresión no suele ser realista, sino que supone una exageración negativa de determinadas características o aspectos personales o de su importancia.
La atención centrada en sí mismo y la impresión errónea resultante intensifican la ansiedad y las anticipaciones negativas, lo cual mantiene o refuerza las conductas defensivas, aquellas tendentes a minimizar la ansiedad y prevenir las supuestas consecuencias negativas anticipadas (beber alcohol, llevar gafas oscuras, hablar poco, comer o beber poco o no comer).

Con las conductas defensivas o la evitación, se reduce o previene temporalmente la ansiedad y la persona cree que minimiza o evita la ocurrencia de consecuencias negativas (crítica, rechazo, manifestar ansiedad delante de los otros). Sin embargo, el efecto principal es el mantenimiento de la ansiedad y de las anticipaciones negativas, lo cual a su vez, vuelve a reforzar la evitación y las conductas defensivas.
Las conductas defensivas, la atención centrada en sí mismo y la ansiedad pueden interferir con la actuación de la persona en la situación social. Aparece así una actuación insatisfactoria subjetiva (que implica normalmente una minusvaloración de la propia actuación) y, a veces, también real: conversación sosa, bloqueos, incoherencias, voz temblorosa, menor cordialidad, etc. A la baja actuación puede contribuir también un déficit de las habilidades sociales requeridas para desenvolverse en la situación.

Criterios para el diagnóstico de fobia social, según el DSM-5.

  • Miedo o ansiedad intensa en una o más situaciones sociales en las que el individuo está expuesto al posible examen por parte de otras personas. Algunos ejemplos son las interacciones sociales (p. ej., mantener una conversación, reunirse con personas extrañas), ser observado (p. ej., comiendo o bebiendo) y actuar delante de otras personas (p. ej., dar una charla).
  • El individuo tiene miedo de actuar de cierta manera o de mostrar síntomas de ansiedad que se valoren negativamente (es decir, que lo humillen o avergüencen; que se traduzca en rechazo o que ofenda a otras personas).
  • Las situaciones sociales casi siempre provocan miedo o ansiedad. Nota: En los niños, el miedo o la ansiedad se puede expresar con llanto, rabietas, quedarse paralizados, aferrarse, encogerse o el fracaso de hablar en situaciones sociales.
  • Las situaciones sociales se evitan o resisten con miedo o ansiedad intensa.
  • El miedo o la ansiedad son desproporcionados a la amenaza real planteada por la situación social y al contexto sociocultural.
  • El miedo, la ansiedad o la evitación es persistente, y dura típicamente seis o más meses.
  • El miedo, la ansiedad o la evitación causa malestar clínicamente significativo o deterioro en lo social, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento.
  • El miedo, la ansiedad o la evitación no se puede atribuir a los efectos fisiológicos de una sustancia (p. ej., una droga, un medicamento) ni a otra afección médica.
  • El miedo, la ansiedad o la evitación no se explica mejor por los síntomas de otro trastorno mental, como el trastorno de pánico, el trastorno dismórfico corporal o un trastorno del espectro del autismo.
  • Si existe otra afección médica (p. ej., enfermedad de Parkinson, obesidad, desfiguración debida a quemaduras o lesiones) el miedo, la ansiedad o la evitación está claramente no relacionada o es excesiva.

Explicación de los síntomas de la fobia social

La característica esencial del trastorno de ansiedad social o fobia social es un marcado o intenso miedo o ansiedad a las situaciones sociales en las que el individuo puede ser analizado por los demás.
En los niños, el miedo o la ansiedad se debe producir en las reuniones con los individuos de su misma edad y no sólo durante las interacciones con los adultos (Criterio A).
Cuando se expone a este tipo de situaciones sociales, el individuo teme ser evaluado negativamente. El sujeto teme ser juzgado como ansioso, débil, loco, estúpido, aburrido, intimidante, sucio o desagradable. Ej.: individuo con fobia social teme actuar o mostrarse de una determinada manera, o manifestar síntomas de ansiedad que serán evaluados negativamente por los demás, como rubor, temblores, sudoración, trabarse con las palabras, o no poder mantener la mirada (Criterio B).
Algunas personas tienen miedo a ofender a los demás y, en consecuencia, a ser rechazados. El miedo a ofender a los demás -por ejemplo, por una mirada o al mostrar síntomas de ansiedad-puede ser el miedo predominante en los individuos de culturas de fuerte orientación colectivista. Una persona con miedo al temblor de manos puede evitar beber, comer, escribir o señalar en público; una persona con miedo a la sudoración puede evitar dar la mano o comer alimentos picantes; y una persona con miedo a sonrojarse puede evitar actuar en público, las luces brillantes o la discusión de temas íntimos. Algunas personas temen y evitan orinar en los baños públicos cuando están presentes otras personas (esto es, paruresis o “síndrome de la vejiga tímida”).
Las situaciones sociales casi siempre provocan miedo o ansiedad (Criterio C). Por lo tanto, un individuo que se pone ansioso sólo de vez en cuando en situaciones sociales no será diagnosticado de trastorno de ansiedad social. Sin embargo, el grado y el tipo del miedo y de ansiedad pueden variar en las diferentes ocasiones (p. ej., ansiedad anticipatoria, crisis de pánico). La ansiedad anticipatoria a veces puede ocurrir mucho antes al prever situaciones futuras (p. ej., preocupación diaria a lo largo de las semanas anteriores a asistir a un evento social, repitiendo el discurso durante los días de antelación).
En los niños, el miedo o la ansiedad puede expresarse a través de conductas de llanto, rabietas, inmovilidad, aferramiento, encogimiento o incapacidad de hablar en situaciones sociales. Por otra parte, si la situación social se soporta, es a costa de una intensa ansiedad y malestar (Criterio D).
La evitación puede ser generalizada (p. ej., rechazo a ir a fiestas, a la escuela) o sutil (p. ej., preparar demasiadas veces el texto de un discurso, desviar la atención a los demás para limitar el contacto visual.
El miedo o la ansiedad son desproporcionados al riesgo real que plantea la situación de ser evaluado negativamente y para las consecuencias de dicha evaluación negativa (Criterio E). A veces no se puede juzgar la ansiedad como excesiva, ya que está relacionada con un peligro real (p. ej., sí es intimidado o atormentado por terceros). Sin embargo, las personas con trastorno de ansiedad social tienden a menudo a sobrestimar las consecuencias negativas de las situaciones sociales y, por lo tanto, es el clínico el que debería decidir si la actitud es desproporcionada o no. Al realizar este juicio debería tener en cuenta el contexto sociocultural del individuo. Por ejemplo, en ciertas culturas podría considerar socialmente apropiado un comportamiento que los demás podrían identificar como de ansiedad social (p. ej., se podría ver como una señal de respeto).
La duración de la perturbación es típicamente de al menos 6 meses (Criterio F). Este límite de duración ayuda a distinguir la enfermedad de los miedos sociales transitorios que son comunes en la sociedad; especialmente entre los niños. Sin embargo, el criterio de duración se debería utilizar como una guía general, permitiendo un cierto grado de flexibilidad.
El miedo, la ansiedad y la evitación deben interferir significativamente con la rutina normal de la persona, la ocupación o el funcionamiento académico o las actividades, las relaciones sociales, o debe causar un malestar clínicamente significativo o deterioro en las áreas sociales, ocupacionales o importantes por otros motivos para el sujeto (Criterio G). Por ejemplo, la persona que teme hablar en público no será diagnosticada de fobia social si su trabajo o su actividad no le exigen la pronunciación habitual de discursos y no se siente especialmente preocupada por ese tema. Los temores a que ciertas situaciones sociales resulten embarazosas son frecuentes, pero el grado di malestar o el  deterioro general que suelen provocar no suelen ser lo suficientemente intensos como para permitir diagnosticar con seguridad una fobia social. Sin embargo, si el individuo evita o elude el trabajé o la educación que realmente desea debido a los síntomas de ansiedad social, se cumple el Criterio G.

Causas, factores y pronóstico

Como sucede con muchas otras enfermedades mentales, el trastorno de ansiedad social probablemente surge de una interacción compleja entre factores biológicos y ambientales. Las posibles causas son las siguientes:

Rasgos hereditarios de la fobia social

Los trastornos de ansiedad suelen ser hereditarios. Sin embargo, no está completamente claro hasta qué punto pueden deberse a la genética o a
conductas adquiridas. Los rasgos subyacentes que predisponen a las personas al trastorno de ansiedad social son la inhibición del comportamiento y el miedo a la
evaluación negativa. Estos rasgos están altamente influenciados genéticamente. La influencia genética está sujeta a la interacción gen-ambiente; así, los niños con alta
inhibición conductual son más susceptibles a las influencias ambientales, como el modelado de la ansiedad social por los padres. Además, el trastorno de ansiedad social
es hereditario. Los familiares de primer grado tienen de dos a seis veces más posibilidades de tener trastorno de ansiedad social, y esta predisposición supone una
interacción entre trastornos genéticos específicos (p. ej., el miedo a una evaluación negativa) e inespecíficos (p. ej., el neuroticismo).

Estructura del cerebro como causa de la fobia social

Una estructura del cerebro llamada «núcleo amigdalino» puede influir en el control de la respuesta ante el miedo. Las personas que tienen unnúcleo amigdalino hiperactivo pueden tener una respuesta ante el miedo exacerbada, la cual causa un aumento de ansiedad en situaciones sociales.

El entorno como causa de la fobia social

El trastorno de ansiedad social puede ser una conducta adquirida; algunas personas pueden manifestar esta enfermedad después de una situación social
desagradable o incómoda. No se evidencia un papel causal del maltrato infantil u otro factor de adversidad psicosocial de aparición temprana en el desarrollo del trastorno de ansiedad social. Sin embargo, el maltrato infantil y la adversidad son factores de riesgo para el trastorno de ansiedad social. Además, puede haber una relación entre el trastorno de ansiedad social y los padres que son más controladores o sobreprotectores con sus hijos.

Fobia social en niños

Por regla general, el trastorno de ansiedad social se detecta por primera vez cuando:Los niños sufren berrinches, lloran, se aferran, se bloquean, se retiran o se niegan a
hablar en situaciones sociales.

  • Los niños están aterrorizados por la idea de sentirse humillados ante sus compañeros por dar una respuesta equivocada o decir algo inapropiado, llegando incluso a avergonzarse o a vomitar. Cuando el miedo es excesivo, los niños se niegan a hablar por teléfono o a salir de casa.
  • Los adolescentes se preocupan excesivamente antes de ir a un evento social o se preparan en exceso antes de una presentación en clase.

A continuación, pueden negarse a ir a la escuela o a eventos sociales. La razón que ellos dan suele ser un síntoma orgánico, como dolor de cabeza o de estómago.

Los niños están aterrorizados por la idea de sentirse humillados ante sus compañeros por dar una respuesta equivocada o decir algo inapropiado, llegando incluso a avergonzarse o a vomitar. Cuando el miedo es excesivo, los niños se niegan a hablar por teléfono o a salir de casa.

Tratamientos

En el caso del tratamiento, éste se encuentra orientado a que el paciente pueda recuperar su vida social y pierda el temor a determinadas situaciones.
En algunas ocasiones, para aliviar los síntomas, el especialista receta ansiolíticos o antidepresivos, pero para poder curar la patología, es necesario un tratamiento psicológico:

  • Desde la perspectiva de la personalidad, la fobia social muchas veces esconde algo más profundo, como un Trastorno de personalidad por Evitación, con lo cual, para garantizar una eficacia a largo plazo y prevenir las recaídas, la Terapia de Mentalización o la Terapia Focalizada en la Transferencia serían los tratamientos de
    elección.
  • Más breve y menos profunda, la terapia cognitiva ayuda a identificar y cambiar los pensamientos que están produciendo la afección, además de reemplazarlos por otros que no provoquen la ansiedad del paciente.
  • Se puede emplear también la terapia de exposición mediante la cual se invita al paciente a relajarse y pensar en las situaciones que causan la ansiedad, trabajando desde la menos, hasta la más temida. Poco a poco, se recurre a exposiciones en vivo.
  • Otra opción es la terapia en grupo, que implica una aproximación gradual al contacto social.

Por otro lado, también es recomendable que el paciente realice cambios en su estilo de vida que implican hacer ejercicio regularmente, comidas programadas, tener un sueño adecuado y reducir o evitar el consumo de cafeína y determinados medicamentos, tales como los estimulantes.

Cómo ayudar a alguien que padece fobia social

No le fuerces a hacer cosas ni a acudir a lugares que no quiere, ni expongas sus miedos y vergüenzas públicamente, pero en privado anímale a acudir a terapia para que su vida mejore sustancialmente. Acompáñale si es necesario, todas las veces que haga falta. Hazle saber que te conmueve y que te compadeces. Explícale que sufrir de forma tan improductiva no tiene sentido y que con ayuda profesional tendrá un amplio margen de mejora.

Bibliografía:

  • Bados, A. (2003). Fobia social . Editorial Síntesis
  • AMERICAN PSYCHIATRIC ASSOCIATION (APA). (2014). Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales DSM-5. Barcelona: Masson.

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